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Autocondenación
Desde que dejé de trabajar como funcionario policial, he querido servir a Dios, pero no he tenido la fuerza de voluntad para entregarle mi vida. Le pido a mi Dios que me ayude a despegarme de las cosas del mundo.
Consejo
Estimado amigo:
Lo felicitamos por considerar sinceramente lo que significa vivir sin Dios, y por el deseo que tiene de entregarle su vida. Aun los demonios creen en Dios,1 así que nos alegra que usted comprenda que no basta con sólo creer en Él. Servir a Dios significa mucho más. Significa dejar que Él nos guíe, y permitirle ser nuestro ejemplo en cuanto a nuestras costumbres, acciones y actitudes.
Lo cierto es que el Hijo de Dios, Jesucristo, no exige que ninguno de nosotros se purifique a sí mismo antes de comenzar a ser su seguidor. ¿Ha oído usted la historia del ladrón que fue crucificado junto a Cristo? Ese hombre había hecho tantas cosas malas que había sido condenado a muerte. Pero antes de morir, reconoció que Cristo era el Rey de un reino futuro, y le pidió a Cristo que se acordara de él concediéndole un lugar en ese reino celestial después de su muerte.2
Cuando el hombre le pidió a Cristo que se acordara de él, esa era su manera de decir: «Creo que eres el Hijo de Dios, y quiero ir adonde vas tú. ¿Me llevas contigo?»
Sabemos que a aquel hombre no le quedaba tan siquiera un solo día de vida. De modo que no le quedaba tiempo para purgar todos sus malos hábitos. Pero ¿acaso le dijo Cristo: «Lo siento, no puedes seguirme adonde yo voy; eres demasiado pecador»?
No, Cristo conocía el corazón de aquel hombre. Él sabía que el hombre estaba sinceramente arrepentido por todo lo malo que había hecho. Así que Cristo escuchó su petición y luego le dijo: «Hoy estarás conmigo en el paraíso.»3 Con eso Cristo estaba dando a entender que aquel hombre iba a ser su seguidor, de ahí hasta el cielo mismo.
Acto seguido, el hombre murió como castigo por sus propios pecados. En cambio, Cristo, el Hijo de Dios, nunca había pecado. Y sin embargo, siendo inocente, Cristo pagó el precio por los pecados que usted y yo hemos cometido. Él fue el único que vivió sin cometer pecado alguno y, por lo tanto, el único lo suficientemente puro como para tomar el castigo suyo y el mío.
Después de que usted pida perdón y le diga a Cristo que quiere ser su seguidor, es importante que aprenda todo lo que tiene que ver con Él para que pueda seguir su ejemplo. Lea la Biblia, comenzando con el Evangelio según Juan, y pídale a Dios que lo ayude a comprender lo que Él le está diciendo. También es necesario que busque un grupo o una iglesia en que se reúnan personas que son seguidoras de Cristo y la enseñanza lo ayude a saber más acerca de la Biblia. Dígale a los que asistan a esa iglesia que usted es un nuevo seguidor de Cristo y que necesita la comprensión y la orientación que tengan a bien darle.
Le deseamos lo mejor,
Linda
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1 Stg 2:19
2 Lc 23:42
3 Lc 23:43
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