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Caso 542

Conocí a mi mujer hace tres años. Tenemos una niña de dos años. El problema es que nunca la he amado, ni cuando fuimos novios. Me junté con ella sólo por deseos carnales. Yo pensé que, al pasar el tiempo juntos, yo la amaría; pero eso no ha sucedido todavía. No siento nada por ella, pero ella sí me ama. Me siento preso, sin salida, y no puedo decírselo.

Consejo

Estimado amigo:

¡Qué triste esta situación para todos ustedes! Se siente usted atrapado, su mujer no es una esposa amada, y su hija es la inocente víctima de las decisiones que usted tomó de casarse y luego de tener un bebé con una mujer a quien no ama.

Felizmente para usted, ¡le tenemos buenas noticias! No es necesario que sienta amor por su esposa para tener un buen matrimonio.

Rara vez duran mucho los matrimonios que se basan en los sentimientos. Eso se debe a que los sentimientos pueden variar con la misma frecuencia con que sale y se pone el sol. Un día usted puede sentir que está perdidamente enamorado, y al otro día puede sentir todo lo contrario. Lo que sienta depende de su salud, sus circunstancias, su trasfondo y sus experiencias. Por eso es un error basar cualquier decisión en lo que sienta.

La mayoría de las personas se confunden en cuanto al amor, pensando que el amor no es más que un sentimiento. En realidad, el amor es mucho más que un sentimiento; es una acción. Cuando uno cuida de un bebé enfermo o de uno de sus padres que sufre de demencia en la vejez, no lo hace, por lo general, porque está sintiendo un amor extraordinario. Lo hace más bien porque está expresando el amor mediante sus acciones. Y el día que se casaron usted tomó la decisión de expresarle amor a su esposa mediante sus acciones por el resto de su vida.

Deje de esperar que va a sentir amor, y renueve más bien su decisión de mostrar amor. Muestre amor por su hija al construir un hogar pacífico donde ella pueda crecer con el amor de padre y madre. Muestre amor por la madre de su hija al honrarla, cuidarla y cumplir sus promesas. Quebrantar esas promesas a estas alturas sería tomar la decisión de satisfacer sus propios deseos sin importarle en absoluto los deseos ni el futuro de su hija.

Hace más de cuatro décadas, cuando mi esposo y yo decidimos casarnos, también resolvimos que permaneceríamos juntos de por vida, ya fuera que sintiéramos o no sintiéramos amor. El amor que sentimos nos motivó a tomar esa decisión, pero la tomamos basados en nuestro compromiso de mostrar amor aunque dejáramos de sentirlo. Prometimos que ni siquiera consideraríamos llevar una vida aparte el uno del otro.

¿Acaso siempre sentimos el mismo amor que sentimos hace tantos años? No. Los sentimientos van y vienen, pero eso es de esperarse. Nuestro compromiso mutuo no va y viene. Permanece firme a pesar de cualquier circunstancia o sentimiento.

Nuestra más alta prioridad es agradar a Dios y seguir su plan para nuestra vida. El primer hombre, Adán, comprendió cuando fue creado que el plan de Dios es que un hombre y una mujer se unan y se fundan en un solo ser.1 El consejo que tenemos para usted es que siga el plan de Dios, mantenga el compromiso con su esposa y muestre su amor mediante sus acciones.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Gn 2:24

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