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Caso 228

Me casé con un joven de veintiséis años.... Nos casamos para irnos a vivir a [otro país].... Íbamos [a conseguir] una visa de trabajo a través de mí.... Hace poco me dejó... y luego descubrí que él planeó casarse conmigo porque yo le conseguiría sus papeles.

Ahora vive con otra mujer.... ¿Cómo es posible que un hombre sea tan malo y despiadado en casarse sólo por conseguir algo...? Nunca me amó, y yo me enamoré de él como una estúpida y ahora sufro porque mi matrimonio fue sólo una mentira.... ¿Cómo es que existen hombres así tan malos? ¿Alguna vez pagan por lo que hacen?

Consejo

Estimada amiga:

¡Lamentamos mucho el dolor que está sufriendo! Usted aprendió a las malas que los hombres no siempre son lo que aparentan. Casi todas las semanas nos cuenta su caso alguna mujer que se ha dejado engañar por un hombre que ella consideraba su príncipe azul. (Desde luego, las mujeres también pueden engañar a los hombres, pero eso parece ocurrir con menos frecuencia.)

Casi de seguro hubo señales de advertencia que usted pudo haber percibido. Cuando un hombre miente, no se hace responsable de su conducta, o trata de dominar a una mujer, ella debe de inmediato ponerle fin a esa relación. Cuando al parecer él no la valora, no la considera o tiene ciertos vicios, ella debe negarse a volver a verlo. Pero por lo general ella se convence de que puede cambiarlo, o de que él la necesita tanto que no puede arreglárselas por sí solo. ¡Mentiras, engaño,  manipulación!

Usted pregunta cómo es que un hombre puede ser tan malo como para tratarla de ese modo. El apóstol Pablo explica que todos tenemos una «naturaleza pecaminosa», es decir, pecado que habita en nosotros.1 A pesar de que a todos nos iría mucho mejor si siempre optáramos por hacer el bien en vez de pecar, Dios no nos obliga a ninguno de nosotros a que haga el bien. Al contrario, Él nos permite tomar nuestras propias decisiones. Pero a esas decisiones las acompañan ciertas consecuencias, y las malas consecuencias las sufren tanto los inocentes como los culpables. Por eso hay guerras, secuestros, homicidios y violaciones sexuales. Todos esos males son las consecuencias de decisiones que alguien ha tomado.

¿Quiere eso decir entonces que Dios tiene la actitud que dice: “Defiéndase quien pueda” contra todo ese mal? ¡De ninguna manera! Él dijo: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré.»2 Dios, nuestro Padre amoroso, quiere consolarnos en nuestra tristeza y darnos sabiduría para que no volvamos a cometer los mismos errores.

Usted también pregunta si los hombres malos han de pagar por lo que han hecho. La respuesta es que todos algún día moriremos y luego se nos juzgará por el mal que hayamos hecho. Los que le han pedido perdón a Dios, en el nombre de su Hijo Jesucristo, y han reemplazado el mal que hay en su corazón por amor, compasión y bondad, no tendrán que sufrir el castigo por sus pecados, porque Cristo tomó sobre sí ese castigo al morir en la cruz. Pero los que no han aceptado a Cristo ni han buscado el perdón de Dios serán castigados sin remedio.

Le deseo lo mejor,

Linda
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1 Ro 7:17,18
2 Heb 13:5

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