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Caso 132

Hace quince años dejé embarazada a una mujer que me amaba. Yo estaba casado y separado. Me comentaron un chisme acerca de ella, y tal vez lo conveniente para mí en ese momento fue dejarla a su suerte y regresar con mi esposa. Nunca traté de hacer ningún acercamiento a ella ni a mi hija, pero tenía ese dolor en mi corazón.... Nunca me ocupé de por lo menos sus necesidades económicas.

Al cabo de este tiempo, la he buscado. Su madre me ha perdonado, pero mi hija no quiere saber de mí.... Yo comprendo que todo lo que hacemos tiene un precio, pero de verdad este es muy doloroso. Por favor, ¿qué debo hacer?

Consejo

Estimado amigo:

Usted dice que comprende que nuestra conducta tiene consecuencias, pero pensamos que usted en realidad no lo comprende. ¡Es increíble que al parecer usted crea que esta jovencita (que si bien es su hija biológica, no puede considerársele en realidad como su hija) debiera no sólo comprender lo que usted le ha hecho, sino también perdonarlo! ¿De veras ha meditado en su conducta y ha aceptado la responsabilidad de sus hechos? No es esa la impresión que nos ha dado.

En primer lugar, usted tuvo relaciones íntimas con una mujer que no era su esposa. Nunca hay nada bueno que pueda resultar de semejante conducta irresponsable e inmoral. Usted dice que ella lo amaba, pero no dice que usted la amaba. Así que se aprovechó de las emociones de ella y mantuvo una relación sexual insignificante para usted.

Luego, cuando esa relación dejó de ser conveniente, usted abandonó a la mujer embarazada y regresó con su esposa. ¿Acaso le dijo a su esposa que le había sido infiel? ¿Fue sincero con ella, o la usó tal y como usó a la otra mujer, sin jamás ser sincero y honrado? No sabemos si usted aún está casado, pero no nos sorprendería que su matrimonio al fin hubiera fracasado y que ahora, una vez más, le es conveniente comenzar a pensar en su hija biológica y en cómo lo que usted ha hecho ha afectado la vida de ella.

¿Ha pensado acerca de lo que siente alguien que no sabe quién es su padre biológico, pero que sí crece sabiendo que su padre biológico se aprovechó de su mamá y luego la abandonó para que afrontara la vida en total desamparo como una madre soltera? ¿No le parece que una niña crecería con enojo y rencor en el corazón hacia tal hombre? ¿Acaso no es obvio que un individuo capaz de hacer tales cosas no es el hombre que una jovencita quisiera como padre?

Dios está dispuesto a perdonarnos a pesar de las cosas despreciables que hayamos hecho.1 Pero no espere que esta jovencita lo perdone en el futuro próximo. Tal vez algún día ella llegue a tener una relación personal con Dios y entonces cuente con la ayuda de Él para afrontar el rencor y el resentimiento. De ser así, a la postre ella pudiera perdonarlo. Es probable que esa sea la única esperanza para usted.

Mientras tanto, ¿sabe su esposa que usted tiene esa hija? Si aún está casado, entonces usted debe ser sincero con su esposa. No espere que nadie lo perdone hasta no haber de veras aceptado la responsabilidad de su conducta. El no ser sincero y ocultar sus hechos es no aceptar responsabilidad alguna por haberlos cometido.

Usted dice que la mamá de la niña lo ha perdonado. La verdad es que esperamos que usted no le haya dado a entender a ella que le tiene afecto. ¿Le dijo ella que lo perdonaría, esperando secretamente que usted volviera a cultivar una relación con ella? De ser así, su hija tendrá nuevas razones para resentirlo y querer que usted no tenga nada que ver con ella.

Aunque no creemos que el amor se puede comprar, sabemos que usted tiene la responsabilidad económica por todos los años en que abandonó a su hija. Junto con su esposa (si ella todavía está a su lado), debe tomar la decisión de aportar monetariamente para ayudar con los gastos de vivienda que su hija y la mamá de ella tengan. Si hay reparaciones necesarias, usted debe pagar lo que cueste para que se hagan. (Pero no vaya usted mismo para hacerlas con el fin de dejar una buena impresión en su hija con lo que usted hace. Eso contribuirá solamente a enredar aún más ese conflicto emocional.)

No le compre cosas a su hija. El hacerlo es una manipulación evidente. Aporte más bien para sufragar los gastos del hogar con regularidad, como debió haberlo hecho durante los últimos quince años. Si, como resultado, la madre de la jovencita cuenta con más recursos de los cuales disponer para invertir en su hija, entonces no trate de que se le reconozca a usted el mérito. Esa es su responsabilidad y no un regalo.

Sin embargo, todo aporte monetario suyo debe hacerse sin condiciones. Usted debe pagar, aunque su hija nunca llegara a perdonarlo. Y debe hacerlo fielmente, mes tras mes, año tras año. Si comienza, y luego deja de hacerlo, confirmará en el corazón de su hija que usted es tan malo como siempre ella había pensado. En tal caso es mejor alejarse ahora de ella que volver a abandonarla.

Nuestra conducta sí tiene consecuencias. Y es verdad que las consecuencias en este caso son muy dolorosas. Tal vez se disponga a contarles su caso a otros hombres a fin de que ellos aprendan de los errores que usted cometió. Si logra contribuir a que no le suceda lo mismo a otro niño, entonces sus palabras habrán valido la pena.

Dios nos dio un mandamiento acerca del adulterio2 debido a que quería evitar el dolor que usted ha causado. Usted ha herido a esa jovencita y a su mamá, y se ha hecho daño a sí mismo. Cuando quebrantamos una de las leyes de Dios, casi siempre nos parece lo mejor en ese momento. Pero en muchos casos, seguiremos sintiendo el dolor muchos años después.

Ojalá hubiéramos podido darle un consejo más agradable,

Linda y Carlos Rey
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1 1Jn 1:9
2 Éx 20:14; Dt 5:18

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