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Caso 36

Yo soy una chica de quince años. Hace tiempo, un joven se me declaró, y yo no lo acepté; pero luego de insistirme mucho, me dejé besar....

Resultó que él tiene diecinueve años y tiene un hijo.... Desde entonces, yo comencé a rechazarlo, y él me dijo que todavía tiene una [cuenta] pendiente conmigo. No sé exactamente [a] qué se refiere, pero tengo miedo. Me habla por Internet y, no sé, me da indirectas.... Él siempre para con chicos que son maleantes, y eso me da miedo. No sé si quiere hacerme daño o [si debo] contarles la verdad a mis padres....

Si pudiera volver el tiempo atrás, nunca lo habría conocido.... ¡Por favor, ayúdenme! No sé qué hacer. ¡Estoy desesperada!

Consejo

Querida amiga:

¿Sabías que el temor es una alarma que Dios nos dio para advertirnos de que algo anda mal? ¿Qué hacemos cuando suena una alarma contra incendios? ¡Echamos a correr! Y les advertimos a otros acerca del peligro. Así mismo debes reaccionar ante la alarma contra el temor que estás sintiendo.

Hay razones muy buenas por las que debes sentir temor. En primer lugar, el hombre que te está persiguiendo es ya mayor de edad, mientras que a ti no se te considera como tal en la mayoría de los países del mundo. Él tiene algunos años más de experiencia en las cosas del mundo, y al parecer se está aprovechando de esa experiencia para intimidarte. Lamentablemente muchas adolescentes no son tan listas como tú, y pudieran estar muy intrigadas por el hecho de que alguien con más edad y más experiencia está interesado en ellas. Es posible que no reconocieran el serio peligro en que se encuentran.

Tu inteligencia y sentido común ya te indicaron lo que debes hacer. ¡Sí, cuéntales a tus padres de inmediato! No importa que tal vez no te estés llevando bien con ellos ahora mismo. (Muchas quinceañeras no se llevan bien con sus padres; afortunadamente, por lo general, la relación se va mejorando a medida que crecen.) Tampoco importa que tus padres pudieran manifestar temor ellos mismos al principio, y tal vez hasta reaccionaran de forma exagerada. Tú eres su hija preciosa, y ellos te protegerán con su vida misma. Cuando ven que corres peligro, en seguida buscan la forma de evitar que sufras cualquier daño. Una vez que comprendan que estás siendo responsable al contarles acerca de tu situación, te ayudarán estableciendo algunas medidas preventivas para el futuro que son convenientes y razonables.

Los sitios de interacción social en la Internet pueden ser divertidos, pero a la vez pudieran resultar peligrosos. Depredadores crean identidades falsas para dar la impresión de lo que en realidad no son. Atraen a adolescentes ingenuos y desprevenidos que sólo quieren divertirse y no advierten el peligro inminente. Con frecuencia hacen que el muchacho o la jovencita se confundan y caigan en la trampa sin saber qué hacer. Tú has hecho lo correcto al pedirnos ayuda.

El relato más antiguo de la historia universal tiene que ver con una joven llamada Eva.1 Dios le dijo a Eva que del fruto de los árboles que Él plantó para ella en el jardín, ella podía comer de todos, menos de uno. Eva sin duda tenía la intención de obedecer esa regla. Pero un día, cuando estaba sola, conoció a una criatura que pretendía saber mucho más que ella. Aquella criatura comenzó a tratar de convencerla de que tal regla en realidad no importaba, y que le convendría hacer caso omiso y comer del apetitoso fruto prohibido.

¿Qué debió haber hecho Eva? Debió haber salido corriendo como un rayo a contarle a su esposo acerca de la criatura que estaba tratando de convencerla. Lamentablemente, Eva estaba intrigada más bien por la posibilidad de que la criatura la llevara a ser más sabia e inteligente de lo que ya era. Dejó que la criatura, que era Satanás mismo,2 la engañara convenciéndola de que quería lo mejor para ella a diferencia de aquel Ser Supremo que había establecido la regla. Así que, en vez de echar a correr, en vez de contarle a su esposo, en vez de obedecer la regla, Eva comió del fruto. Ese acto sencillo fue el comienzo de los problemas para toda la humanidad.

Hay varias lecciones buenas que podemos aprender de esa historia verídica de Eva. En primer lugar, al parecer ella no tenía la menor idea de que corría peligro. Esto nos enseña el valor de hablar con nuestros familiares y amigos acerca de ciertos peligros. Los padres tienen la responsabilidad de advertir a sus propios hijos, pero los adolescentes a menudo creen que las personas mayores no están bien informadas o son demasiado cautelosas. Así que también los adolescentes más responsables y los hermanos mayores de sus respectivas familias tienen la responsabilidad de informar y advertir acerca de ciertos peligros a los adolescentes con menos experiencia y a los hermanos menores de su familia.

En segundo lugar, podemos aprender de Eva que es muy importante consultar con un amigo de confianza o con un familiar antes de tomar la decisión de comunicarnos con alguien a quien no conocemos. Si bien tener nuevos amigos puede ser una maravillosa experiencia positiva, por lo general es mejor proceder lentamente y con cautela. Tanto adultos como adolescentes corren peligro al dar a conocer información personal tal como su dirección, su número telefónico, su escuela o su centro de trabajo a alguien que acaban de conocer, ya sea en persona, por teléfono o por Internet.

En tercer lugar, lo que le pasó a Eva nos enseña a hacerle caso al sistema de alarma que Dios puso dentro de cada uno de nosotros. La alarma más evidente es la del temor, pero también hay otras alarmas importantes, tales como la inquietud, la confusión o las sospechas. Cuando hacemos caso omiso de esas alarmas, nos buscamos problemas.

Por último, aprendemos que se han establecido las reglas para protegernos. Quizá no nos gusten. Quizá pensemos que limitan nuestras libertades. Y tal vez hasta creamos que el hacer lo que nos place nos conviene más. Pero a la larga, afrontamos serias consecuencias cuando optamos por desobedecer esas reglas.

¡No seas como Eva!

Linda y Carlos Rey
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1 Gn 3
2 Ap 12:9; 20:2

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