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Caso 623

Mi batallar de siempre ha sido con mi hija de veintitrés años, que no acepta que yo le pida que ayude en casa. Es una excelente estudiante... pero nuestros conflictos constantes son porque no le gusta hacer nada fuera de lavar su ropa y arreglar su cuarto. Cuando le pido recoger su plato, lavar [la loza] que usó, recoger los zapatos que dejó en la sala, ayudar dándole de comer al perro, o limpiar el baño, empiezan los problemas. No importa cómo se lo diga, ella me reclama que la estoy presionando y que no soporta mi tono de voz, y que escucharme pedirle algo sobrepasa su tolerancia conmigo.... Los demás dicen que abusa de mí y que parezco su sirvienta.

Consejo

Estimada amiga:

Su caso me recuerda algo que sucedió con mi nieta de siete años de edad. Sus juguetes estaban regados por todo el piso, y yo le pedí que los recogiera. Ella me dijo que no quería hacerlo porque eso lo haría su mamita. Así que yo le pedí en privado a la mamá que me permitiera a mí recoger los juguetes y ponerlos en una gran bolsa de plástico en algún lugar donde mi nieta no pudiera encontrarlos. Mi nuera me dio el permiso, y escondí todos esos juguetes mientras mi nieta estaba dormida.

Pedir, rogar, suplicar y aun amenazar a nuestros hijos que se comportan como mi nieta no es la manera de tratar con ellos cuando aun viven en casa con nosotros, incluso cuando ya son mayores de edad. Es común que los hijos, aun los hijos adultos, se opongan a cooperar y a asumir responsabilidad. Cualquiera de ellos se negará a hacer algo si no hay una consecuencia definida por negarse a hacerlo.

Haga una lista y póngala en una pared, en un marco, si es posible. La lista debe decir cosas tales como: «Cada miembro de la familia mantendrá sus pertenencias en su propia habitación. Los objetos que se dejen en otras partes de la casa serán confiscados.» Después de cada regla debe haber una consecuencia por no obedecerla. Pero es muy importante que los padres escriban sólo consecuencias que estén dispuestos a hacer cumplir la primera vez y cada vez después de que la regla sea quebrantada.

Es de esperarse que su hija se rebele y ponga a prueba su determinación. Cuando ella trate de discutir al respecto, señale la regla en la pared sin decir nada. No discuta con ella ni conteste. Si ella dice que va a mudarse de la casa, diga: «Esa decisión es tuya. Me sentiré triste si te vas, pero tú eres mayor de edad y puedes decidir por ti misma lo que estás en condiciones económicas de pagar.»

Si usted le da cierta cantidad de dinero a su hija, puede retener una parte como consecuencia de no obedecer determinadas reglas. Todo hijo adulto que viva con sus padres, o todo el que espera que sus padres paguen algunos de sus gastos, debe tener que cumplir con las responsabilidades establecidas, aunque no quiera hacerlo.

Le deseamos lo mejor,

Linda

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