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Caso 758

Soy un hombre casado desde hace siete años... pero me he sentido tentado muchas veces por otras mujeres.... y me he vuelto adúltero. Por más que trato, no puedo desear sólo a mi esposa, [y eso me impide estar bien con Dios]. ¡Ayúdenme!

Consejo

Estimado amigo:

Hace bien en pedir ayuda. Pero no dice si su esposa está enterada de su adulterio. Si ella todavía no está enterada, sólo será cuestión de tiempo hasta que lo descubra. ¿Valora usted su matrimonio lo suficiente como para poner en práctica nuestro consejo?

Algunas personas creen que el adulterio es inevitable. Están convencidas de que es demasiado difícil serle fiel a un solo cónyuge. Los hombres en particular a veces se jactan del número de mujeres con las que tienen aventuras sexuales. Creen que esa actividad sexual prueba su hombría, o que es un tipo de competencia en la que pueden destacarse.

Sin embargo, esta manera de pensar corta los lazos entre el sexo y el amor. Cuando la palabra «amor» se emplea como una herramienta para seducir, el verdadero amor es sólo un concepto que no se valora. Por el contrario, el amor con compromiso, que es un tesoro incomparable, se pierde a cambio del placer físico pasajero producido por tener parejas sexuales en serie.

Cuando usted se entrega a la tentación y participa en una relación sexual fuera del matrimonio, su cerebro produce sustancias químicas que son adictivas. Por eso piensa que no puede dejar de hacerlo. Cuanto más cede, mayores son los deseos que siente. Puede compararse a la adicción a las drogas o al alcohol. La diferencia consiste en que, si bien nadie se jacta de ser adicto a esas sustancias dañinas, muchos se sienten orgullosos de sus hazañas sexuales.

La única manera de superar esta adicción es permitir que su esposa participe en todo aspecto de su vida. Muéstrele a ella sus contraseñas e invítela a que vea a diario lo que usted les está diciendo a otros en su computadora o en su teléfono móvil. Infórmele dónde estará cada momento del día, y hable con ella por teléfono en cada oportunidad que se presente, no dejando así de rendirle cuentas. Deje de mentirle a ella acerca de dónde y con quién se encuentra usted. E invítela a que lo acompañe en todas sus actividades de tiempo libre.

Estamos seguros de que esto le parecerá exagerado debido a que lo obligará a cambiar por completo la vida que ha estado llevando. ¿Puede usted hacerlo? ¡Claro que sí! Todo depende más bien de que de veras quiera cambiar.

Usted cree que sus aventuras le están impidiendo estar bien con Dios, y estamos de acuerdo. Los Diez Mandamientos expresamente prohíben el adulterio.1 Sin embargo, Dios está dispuesto a perdonar el adulterio al igual que cualquier otro pecado.2 Pero no basta con sólo decir que lo siente y pedir perdón. Si usted sigue quebrantando el mandamiento, las palabras «Lo siento» carecen de sentido alguno. Es fácil decir esas palabras, pero Dios sabe perfectamente si usted las dice en serio.3

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Éx 20:14
2 1Jn 1:9
3 1S 16:7; Sal 139:2,23-34; Pr 17:3; Lc 16:15; Ro 8:27

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