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Caso 293

No sé por qué razón no logro confiar en Dios. Pienso que quizás no me va a responder. A veces he dudado hasta de su existencia, y no he logrado dimensionar que lo que dice en la Biblia también es una verdad para mi vida.... La desconfianza en Dios, el temor, y pensar que quizá no voy a alcanzar los requisitos que Cristo me exige para heredar la vida eterna me mantienen con un constante sentimiento de miedo, duda y desconfianza.... Quiero encontrar en Dios todo lo que necesito, confiando en Él y venciendo todo temor.

Consejo

Estimada amiga:

¡Nos alegramos de que nos haya contado su caso! Hay muchas otras personas que tienen estas mismas dudas y temores, así que lo que usted está sintiendo no es fuera de lo común.

Es muy probable que a usted le hayan enseñado algunos pasajes bíblicos de un modo equivocado. Es verdad que Dios tiene normas. Sin embargo, aunque usted pudiera seguir todas esas normas, todo el tiempo, ¡eso no la haría merecedora de la vida eterna! Quien le enseñó eso está en un error.

La Biblia dice con toda claridad que hay una sola manera de obtener la vida eterna, y es al  aceptar el precio que Cristo pagó al morir en la cruz en lugar suyo. Él ya murió a fin de pagar por cada pecado que usted haya cometido. Así que usted no tiene que seguir pagando una y otra vez. Ni tiene que hacer penitencia. Sólo tiene que decirle que acepta lo que Él hizo por usted.

Si Cristo no murió para pagar por los pecados suyos y por los míos, ¿entonces por qué razón murió? ¿Por qué habría de entregar su vida voluntariamente si no era para pagar el precio del perdón y la vida eterna para usted y para mí? Cuando actuamos como si creyéramos que su muerte no fue suficiente y que por eso nosotros tenemos que hacer más, y pagar más, para obtener la vida eterna, es lo mismo que rechazar ese regalo que Él nos ofrece.

¿Quiere eso decir, entonces, que uno debe seguir pecando, al quebrantar todas las reglas? Esa es la pregunta exacta que el apóstol Pablo hizo y contestó en su Carta a los Romanos.1 La respuesta de San Pablo fue: «¡De ninguna manera!» Ya que Cristo nos amó tanto que pagó el precio supremo y murió en nuestro lugar, con razón queremos corresponder a su amor haciendo lo que le agrada.

No agradamos a Dios al ser perfectos, porque es imposible ser perfecto. Así como los niños desobedecen a sus padres, nosotros habremos de desobedecer a Dios. Si bien los padres no desechan a sus hijos por haberles desobedecido, tampoco Dios nos desecha a nosotros por haberle fallado. Pero debido a que lo amamos, le pedimos perdón y comenzamos de nuevo. Comprendemos que Él ha establecido esas reglas para protegernos y ayudarnos a crecer.

Toda persona que hace uso de la razón duda alguna vez de la existencia de Dios. Y gracias a Dios, Él no nos condena por nuestras dudas. El apóstol Tomás dudó de que Cristo hubiera resucitado de entre los muertos, así que Cristo lo invitó a que tocara sus llagas. Cristo no condenó a Tomás, pero sí dijo que los que tenemos fe sin tener que tocar las llagas somos aún más dichosos que Tomás.2

Usted puede confiar en su Padre celestial,

Linda
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1 Ro 6
2 Jn 20:29

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