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Caso 181

He dicho: «Sí acepto» a casarme con una mujer maravillosa (en muchos sentidos) pero que no me hace pleno totalmente a nivel físico (por el hecho principal de que es gordita), y además a quien mi familia no acepta [porque] ella es siete años mayor que yo.... No sé cómo parar el matrimonio (y estoy confundido si continúo o no) porque sí la quiero, pero tengo miedo de estar cometiendo un error. Además, no quiero lastimarla, porque como mujer es excepcional además de que está muy ilusionada. ¿Qué me aconsejan?

Consejo

Estimado amigo:

Es maravilloso que haya encontrado a una mujer a quien usted ama y que ella lo ame a usted. Sin embargo, el solo hecho de que usted piense que ama a una persona no quiere decir que deba casarse con ella. El amor, por sí solo, no basta para que un matrimonio tenga éxito. Eso lo comprueban multitudes de matrimonios arruinados.

Nadie jamás debe siquiera considerar, proponer y aceptar casarse si no está el ciento por ciento seguro que esa es la persona con la que quiere pasar el resto de su vida. El noventa por ciento de probabilidad no basta. Y no hay excepción alguna que valga.

Cuando dos novios se aman lo suficiente como para casarse, ninguno de los dos va a tener serias dudas. Ninguno de los dos podrá siquiera imaginarse el vivir sin el otro. Ninguno tendrá que pedirles a otros que opinen al respecto. Porque ambos estarán ansiosos por dejar atrás su vida de solteros para entregarse exclusivamente al otro por el resto de su vida. Este compromiso de por vida es el ingrediente esencial que contribuye a que el amor supere todos los demás sentimientos.

Algunos tal vez piensen que esta clase de compromiso amoroso en realidad no existe. Sin embargo, hay muchos matrimonios que, al igual que nosotros, pueden asegurarle que sí existe, y lo cierto es que el aceptar algo que no alcance ese nivel pudiera arruinar su vida.

Jesucristo nos amó tanto que dio su vida en la cruz como la paga de nuestro pecado, dando así ejemplo de una entrega desinteresada en favor de nosotros. El apóstol Pablo compara el amor de Cristo por nosotros con el amor que es posible alcanzar en el matrimonio.1 Esa entrega de Cristo lo llevó hasta la muerte misma, aunque no muchos de nosotros tendremos que llegar a ese extremo con la persona amada. Sin embargo, cuando hacemos los votos nupciales y nos comprometemos a cuidarnos mutuamente, cualesquiera que sean las circunstancias de la vida que afrontemos, debemos estar plenamente convencidos de que guardaremos nuestra promesa y cumpliremos esos votos. De lo contrario, el amor que sentimos no tiene sentido.

Usted en definitiva no se ha entregado de corazón a esa mujer a quien ama. Es admirable que no quiera herir los sentimientos de ella, pero lo cierto es que la herirá mucho más si se casa con ella sin estar convencido de que su amor perdurará en medio de todo lo que hayan de afrontar en esta vida. Dígaselo de una vez, para que ella pueda llorar lo perdido y luego encontrar a un hombre que la atesore para siempre.

Le deseamos lo mejor,

Linda y Carlos Rey
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1 Ef 5:25

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