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Caso 26

Tenemos una niña de cuatro años.... Estamos teniendo dificultades con ella con respecto a la disciplina, la obediencia, el respeto hacia nosotros y el acatamiento de órdenes. Se ha tornado rebelde: no obedece, nos pega y nos contesta de forma altanera a pesar de su corta edad.

Aplicábamos el [método de] no darle lo que deseaba a manera de castigo, sentarla en una silla por tres o cuatro minutos, no ver televisión, etc. Pero ahora hasta le pegamos, y... no nos obedece.

Estamos desesperados y no sabemos qué hacer.... ¿Nos podrían ayudar?

Consejo

Estimados amigos:

Es difícil comentar sobre un caso como el suyo porque no podemos sentarnos a conversar con ustedes personalmente para que nos cuenten más acerca de ustedes y de su hija. ¿Han consultado con un pediatra? De no ser así, ese pudiera ser el mejor punto de partida para resolver su problema.

La experiencia nuestra nos ha enseñado que generalmente la razón fundamental por la que un niño se porta del modo en que ustedes nos han descrito es que ese niño ha aprendido que él es más persistente y coherente que sus padres.

La mayoría de nosotros llegamos a ser padres sin tener idea alguna de lo difícil que es, y por lo general no se nos ha enseñado cómo serlo. El ser padres es una de las tantas funciones que desempeñamos en la vida diaria, y es normalmente algo que hacemos mientras tratamos de ganarnos la vida, hacer una carrera y realizar nuestros sueños. A nuestros hijos, desde el momento en que nacen, les toca abordar el autobús que es nuestra vida, y presuponemos que ellos se conformarán con el asiento que les tenemos reservado y que cooperarán con nuestros planes.

Pero el niño nace con su propia voluntad, y con frecuencia esa voluntad es terca. Algunos niños manifiestan, aun antes de aprender a hablar, que no están conformes con hacer las cosas como queremos nosotros. Quieren hacer las cosas como les place, ¡y dan por sentado que el autobús es el de la vida de ellos y que somos nosotros quienes debemos abordarlo!

Así se crea el marco para esa lucha que se libra a diario. Nosotros los padres estamos cansados debido a las otras responsabilidades que tenemos, y muchas veces no sentimos ningún deseo de librar una batalla. En cambio, ¡el niño ha ahorrado todas sus energías y está preparado para ganar, cueste lo que cueste! Al principio los incidentes no tienen mayor importancia; pero tan pronto como el niño descubre que puede resistir más que sus padres, comienza a ejercer el dominio que ha adquirido en la relación, exigiendo cada vez más, y ganando con mucha frecuencia. Los padres no se dan cuenta de que han perdido el control absoluto sino cuando ya es demasiado tarde.

¿Cómo, entonces, pueden los padres recobrar el dominio? ¡No es fácil! Requiere tiempo, dedicación, persistencia y coherencia. Hay que formular reglas sensatas y vincularlas a consecuencias sensatas.

Posteriormente, cuando el niño haya desobedecido una regla, la consecuencia tiene que cumplirse. Debe ser de inmediato, cada vez, sin falta, vez tras vez, sin que importe lo difícil que sea, ni dónde ni cuándo tenga que llevarse a cabo. Los padres tienen que darle prioridad, dedicarle tiempo, desvelarse si es necesario, y nunca jamás darse por vencidos.

Si mandan al niño a que se siente en una silla, aislado de los demás (un minuto por año de edad que tenga), entonces los padres deben estar dispuestos a vigilar la silla para asegurarse de que el niño no se levante antes de tiempo. Si se levanta antes, los padres deben, con firmeza, volver a sentarlo en la silla, una y otra vez, hasta que el niño esté tan cansado a causa del castigo que se da por vencido y al fin se queda en la silla. Durante este proceso, los padres no deben alzar la voz, ni gritar, ni pegarle al niño ni perder los estribos.

Nuestra civilización tiene como fundamento el obedecer determinadas reglas. A fin de llevar una vida sana, todos debemos aprender a obedecer las leyes de nuestros respectivos países y también las leyes de la convivencia humana. Si decidimos no hacerlo, afrontaremos las consecuencias. El ayudar a un niño a comprender la conexión que hay entre las reglas y las consecuencias lo prepara para disfrutar de una vida más feliz.

¡Prepárense para la batalla!

Linda y Carlos Rey

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