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Caso 27

Yo era un hombre completo, es decir, con sueños e ilusiones para complementarlos con una familia maravillosa: una esposa fiel, abnegada y solidaria, y dos hijos que desde que nacieron llenaron mi vida. Sin embargo, conocí a una mujer de la cual me enamoré, y en poco tiempo me ilusioné, tiré todo lo que con mucho esfuerzo había construido en el pasado y decidí vivir con esta segunda mujer....

Hoy me encuentro solo con mis hijos, pues ella nos abandonó, sin mayores explicaciones. La madre biológica de mis hijos se encuentra [fuera de mi país], y no me queda más que enfrentar una realidad muy dura....

Consejo

Estimado amigo:

Nos entristece que usted y sus hijos estén experimentando estas dificultades. Usted tomó una decisión equivocada, y ahora no sólo usted sino también sus hijos tienen que afrontar las consecuencias. Pero usted no es el único que ha tomado una decisión mala que ha trastornado su vida. Todos hemos errado en algunas decisiones que nos han llevado a quebrantar la ley de Dios. Dios nos perdonará si le pedimos que lo haga, pero aun así tendremos que afrontar las consecuencias al levantarnos cada mañana. Dios nos absuelve de todo nuestro pecado, pero no nos libra de las consecuencias.

La buena noticia (que fácilmente podría pasar por alto a causa de su dura realidad) es que usted tiene a sus hijos. Si bien los hijos nos pueden acarrear grandes desafíos, también nos pueden traer grandes deleites. Un alto porcentaje de los padres y de las madres de este mundo son solteros, y en la mayoría de los casos no se debe a que hayan escogido vivir sin un cónyuge. Se debe más bien a las circunstancias que los han obligado a criar solos a sus hijos, y ellos quisieran que todo hubiera sido diferente. Pero el disfrute de la vida en compañía de sus hijos, contribuyendo a orientar su porvenir y proveyéndoles un hogar estable y tranquilo, les da a estos padres y a estas madres un motivo por el cual vale la pena seguir luchando día tras día, aun cuando las pruebas parezcan abrumadoras.

Recuerde que sus hijos no hicieron nada para merecer esto. Ellos fueron víctimas del error suyo. Usted nunca podrá compensarles el daño que han sufrido, pero sí puede fijarse como meta darles el amor y la estabilidad que tanto necesitan. Si usted se concentrara todos los días en su propia tristeza y soledad, con eso sólo agravaría el dolor que ellos ya han experimentado. Sus hijos necesitan a un padre que se proponga ante todo proveerles un hogar con un ambiente feliz y saludable.

El apóstol Pablo le ofrece el siguiente consejo: «Padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor.» 1 ¿Cómo puede usted hacer esto? Antes que nada, pídale perdón a Dios. Luego reconozca ante sus hijos que usted ha pecado contra Dios y contra ellos. Dígales que está muy arrepentido de ese pecado y que le ha pedido a Dios que lo perdone. Y por último, pídales a ellos que lo perdonen por el sufrimiento que usted les ha causado. Haga de este el punto de partida para aprender usted mismo, y luego para enseñarles a sus hijos, lo acertado que es obedecer la ley de Dios.

Le deseamos un hogar feliz,

Linda y Carlos Rey
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1 Ef 6:4

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