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Caso 805

Mis padres se divorciaron cuando yo tenía nueve años. Desde entonces, en mi vida no ha habido paz. Mi padre, que es veinte años mayor que mi madre, suele ir de mujer en mujer, y las lleva a casa cuando tiene permiso de visitarme....

Mi madre tiene otra pareja desde antes del divorcio... pero me deja sola en la casa familiar, si así se le puede llamar. Ella duerme con su novio en otro municipio, y no se quiere casar hasta que mi papá fallezca, ya que quiere tener derecho a quedarse con la casa y una pensión por viudez....

No quiero estudiar y menos trabajar. Pero quisiera ayudar a mis padres y no estar tan abandonada. Los ejemplos que veo en mi familia no son nada buenos.

Consejo

Estimada amiga:

Estoy impresionada con tu madurez y estabilidad emocional. Muchos adolescentes en circunstancias similares a las de tu familia acuden a las drogas y al alcohol para escapar y no tener que afrontarlas. En vez de reconocer lo malos que han sido los ejemplos de sus padres, siguen esos ejemplos y se meten en los mismos problemas, o incluso peores.

Gracias a Dios, has sobrevivido a esos años de adolescencia en que te tocó vivir como cautiva de las decisiones de tus padres. Eres lo bastante sabia como para comprender que no tienes que seguir los pasos de ellos, y que como adulta no tendrás que seguir siendo cautiva de sus errores.

Comprendo que lamentes no haber tenido la vida en familia que hubieras querido. Mis padres se divorciaron cuando yo tenía casi la misma edad que tenías tú, y me entristece que los recuerdos que tengo de esos años sólo sean de agitación y confusión. Yo era cautiva de sus continuas malas decisiones, y me sentía frustrada y desamparada.

Sin embargo, tuve la bendición de contar con parientes que me llevaron a la iglesia, donde aprendí que Dios me ama y que es poderoso y sabio, y que está tan interesado en mi bienestar que está dispuesto a ayudarme a forjar una vida mejor para mis hijos. El darles a mis hijos un hogar más estable y feliz que el que tuve yo se convirtió en una de las metas más importantes de mi vida. En vez de enfocarme en lo malo de mi pasado, mi relación personal con Dios me ayudó a mirar hacia un futuro en que Él me guiaría para tomar buenas decisiones y ser un buen ejemplo para ellos.

Llegó el día en que mi esposo y yo decidimos no sólo darles buen ejemplo a nuestros hijos biológicos, sino también adoptar a otros tres hijos. Optamos por darles a ellos una vida estable en un hogar con padres que se aman. No somos padres perfectos, como bien pueden decir ellos, pero Dios nos ayudó a darles una familia como la que a mí me hubiera encantado haber tenido.

¿Qué quieres tú para los hijos que puedas tener en el futuro? Haz planes para esa vida, y toma tus decisiones hoy con miras hacia esa meta. Dios te ayudará si se lo permites.

Te deseamos lo mejor,

Linda

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