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Caso 234

Hace unos días recibí amenazas de muerte en mi contra y de mi familia.... Mi corazón se llenó de dudas, temores y, sobre todo, confusiones, ya que no asisto a la iglesia y me he descuidado por completo de todo lo relacionado con Dios.... Estoy muy confundido con respecto a las religiones. Todos creen tener la razón y siempre terminan hablando mal del prójimo, olvidando por completo las enseñanzas bíblicas.

Consejo

Estimado amigo:

Lamentamos mucho que su vida corra peligro, al igual que la de los miembros de su familia. Esperamos que haya informado a la policía acerca de esas amenazas y que esté tomando medidas preventivas para garantizar la seguridad personal y familiar.

Comencemos con lo último que nos cuenta. Usted sostiene que todos, cualquiera que sea su religión, terminan olvidando las enseñanzas de la Biblia. Tiene razón en reconocer que la Biblia es la máxima autoridad, ya que es la Palabra de Dios, y que a una religión se le debe juzgar conforme a lo estrechamente que está alineada con las enseñanzas de la Biblia.

Sin embargo, uno de los principios bíblicos más importantes es que la religión no salva a nadie. Las religiones son la invención del hombre y no de Dios. Cuando Jesucristo, el Hijo de Dios, anduvo en este mundo, tuvo el mayor número de problemas con los hombres religiosos, porque ellos les daban más importancia a sus reglas que a una relación personal con Dios.

La Biblia enseña que si bien los hombres creen que las reglas y las normas son importantes (la apariencia externa), a Dios le importa lo que está en el corazón de la persona.1 Así que el obedecer cada regla, o seguir estrictamente un régimen alimenticio o un programa, o aun dar dinero, no quiere decir necesariamente que una persona tiene una estrecha relación con Dios. A eso se debe que muchas personas religiosas hagan cosas contrarias a las enseñanzas de la Biblia; en realidad, no conocen en absoluto a Dios, y no hay duda de que carecen de una relación personal con Él.

Para de veras conocer a Dios es necesario creer que Jesucristo murió para pagar el castigo por nuestros pecados a fin de que no tengamos que ser condenados eternamente. Pero no basta con sólo creer en lo que hizo Cristo; es necesario que nos comuniquemos con Dios mediante la oración, y que le pidamos que perdone nuestros pecados y que nos dé esa paz que estamos buscando. De ahí que le aconsejemos que hable con Dios del mismo modo en que habla con sus amigos; no necesita recurrir a oraciones memorizadas ni emplear palabras elocuentes. Tampoco necesita que alguien le ayude a orar, ni necesita usted ir a un lugar especial para orar. Dios está en todas partes. Él oirá y responderá.

Después de orar, le conviene leer la Biblia para oír lo que Dios quiere decirle. Y luego puede orar en sus propias palabras y contarle acerca de todos sus temores, sus dudas y su confusión. A medida que se comunique con Él, mediante la lectura de la Biblia y la oración, cultivará una relación personal que es mil veces mejor que cualquier religión.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 1S 16:7

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