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Caso 14

Mi caso empezó hace diez años. Mi papá siempre ha tenido debilidad por las mujeres, es decir que es un mujeriego. Mi mamá siempre ha peleado con él por eso, pero [él no sienta] cabeza. Se han separado miles de veces, pero vuelven [a reconciliarse]. Somos cuatro hermanos: yo soy el segundo, la tercera es una [mujer] y el último [es] varón.

Mi problema es con mi mamá. Ella me tiene odio tan sólo porque yo me parezco a mi papá, y como no están juntos casi nunca, ella quiere desquitarse conmigo. Yo pensaba que era [debido a] que yo no era su hijo, porque ella trata a los demás muy bien. Si comienza a corregir a cualquiera de ellos, termina conmigo y de mala manera.

Yo decía: «Bueno, ella quiere a mi hermano mayor porque es el primero, a la [mujer] porque es la única [mujer], y al último porque es el más pequeño.» Y siempre ha sido así hasta ahora que tengo veintiséis años. Hay veces que si tengo algún problema y no puedo darle el dinero que le doy al mes, [ella] comienza a decir que el hijo más malo que ella tiene soy yo.

Aun sabiendo yo todo lo que ella dice porque todo el mundo me lo dice, yo lo [paso por alto]. Muchos me dicen que no [entienden] cómo yo, sabiendo eso, aún la trato como si fuera la mejor madre del mundo. Pero es que Dios me hizo así.

Consejo

Estimado amigo:

¡Es usted muy prudente y maduro para ser tan joven! Tiene la capacidad de hacer lo que la mayoría de las personas no pueden hacer: pasar por alto la conducta equivocada de los demás debido a que reconoce los motivos que la impulsan. Usted se da cuenta de que su madre está desahogando con usted la frustración que ella siente hacia su padre. De modo que no se trata de usted en absoluto, sino más bien de ellos dos. Usted no es más que la víctima inocente atrapada entre los dos.

Creemos que es probable que su mamá lo quiera a usted igual que a sus hermanos y a su hermana, sólo que se porta como si no fuera así. (Además, el que usted sea el hijo nacido entre el primogénito y el menor puede ser problemático de por sí.) Y sin embargo, a pesar de todo lo que ella ha hecho, usted ha crecido y ha llegado a ser un hombre afectuoso, comprensivo y responsable que tiene la sabiduría para entender la raíz de sus problemas.

El patriarca Abraham echó de su casa a su hijo Ismael sólo porque Sara, la madrastra de Ismael, quería deshacerse del muchacho. Ismael no había hecho nada para merecer tal rechazo; pero a los ojos de Sara, él era un recuerdo constante de ciertas decisiones indebidas que ella misma había tomado. Ismael no tenía culpa alguna, pero ella se desquitó con él. ¡Eso no fue justo!

No obstante, Dios acompañó a Ismael, así como lo acompaña a usted. ¡Usted es su hijo al que ama entrañablemente! Y el quinto mandamiento dice que Él lo bendecirá con una larga vida por honrar a su madre. 1

¿Qué puede, entonces, hacer usted? Nos ha dado la impresión de que ya está haciendo lo debido. Sólo nos queda añadir que usted no debe esperar que su mamá cambie. A pesar de que ella se ha portado mal al tratarlo a usted así, las emociones que la han impulsado están tan confusas que no es capaz de ver la situación desde una perspectiva racional. Y cuanto más usted espere de parte de ella, más se decepcionará y se lastimará emocionalmente cuando no lo obtenga. Así que comience a esperar que ella lo va a tratar mal, de modo que cuando lo haga, ¡al menos tenga usted la satisfacción de haber acertado! Esto corresponde a un principio valioso, que le puede ser útil también en otras situaciones: cuantas más expectativas tenga de algo, mayor va a ser la desilusión si no le resulta como esperaba; en cambio, si tiene menos expectativas, podrá tener mayores satisfacciones.

Suponemos que usted haya hablado y discutido con su madre muchas veces acerca de este tema. En lugar de seguir discutiendo, le recomendamos que le escriba cartas a ella expresándole cómo se siente usted. Comience cada oración dando a entender que está escribiendo lo que usted siente. Por ejemplo, pudiera escribir: «Me siento como una persona rechazada cuando me dices que soy un mal hijo. Me siento lastimado cuando mis hermanos reciben tus abrazos y no me abrazas a mí. Me siento frustrado cuando te doy el dinero del mes pero no lo recibes con agrado.» En una carta usted podrá desahogarse, diciendo todo lo que quiere decir, sin que ella lo interrumpa ni cambie de tema. Ella debe saber cómo se siente usted, aun cuando no esperemos que cambie su conducta como resultado de una carta. Lamentablemente, es probable que ella se justifique más bien, y que diga que usted no debiera sentirse así.

¡En fin, lo animamos a que siga actuando con sabiduría!

Linda y Carlos Rey
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