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Caso 651

Hace unos días mi esposa vio en mi celular unos mensajes inadecuados en los que yo le escribía a otra chica que ella conoce de vista. Los mensajes eran fuertes, incluso incitantes a un adulterio, pero era una forma de juego porque la chica así se trata con varios compañeros, incluyéndome a mí.

Entiendo que estuvo mal, aunque nunca le he faltado a mi esposa; pero ella no perdona lo que le escribí a la chica, y ya no sé qué hacer. Descargo mi conciencia, esperando que Dios me perdone y que haga su voluntad en mi vida.

Consejo

Estimado amigo:

¿Conoce el juego en que un grupo de personas permanecen de pie sobre los rieles de un tren que se acerca en dirección hacia ellas, esperando a ver quién es la última en saltar a un lado para evitar ser arrollada por el tren? Siendo obviamente un juego muy insensato y peligroso, ¿qué lleva a esas personas a que participen a pesar del peligro? Se arriesgan porque creen equivocadamente que siempre van a poder saltar y evitar el peligro antes de que sea demasiado tarde. Sienten una emoción desbordante al poner a prueba lo cerca que pueden estar sin ser arrolladas.

¿Siente usted una emoción desbordante cuando le envía mensajes inapropiados a esa mujer? ¿Tiene esa emoción el efecto de hacer que pase por alto el peligro en que está incurriendo? Es probable que piense que va a poder abandonar el juego antes de que haya ido demasiado lejos. Al parecer, usted bien pudiera aun pensar que lo que está haciendo no hace daño alguno, y no comprende por qué su esposa está tan alterada por esa conducta.

Le tenemos un consejo escrito por el apóstol Pablo. Él enseñó: «No se dejen engañar: “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres”. Vuelvan a su sano juicio, como conviene, y dejen de pecar.»1 Ese consejo concuerda con lo que su esposa está tratando de hacerle ver a usted. El juego que está sosteniendo esa mujer con usted y con sus compañeros de trabajo está corrompiendo el carácter de ustedes. Ha ignorado usted el sentido común al pensar que ese juego no es perjudicial. Es peligroso, y su esposa está frustrada y enojada por el hecho de que usted no reconoce lo engañoso que es.

Su esposa no va a poder sobreponerse a esto sino hasta que usted haya hecho tres cosas: En primer lugar, es necesario que usted no vuelva a tener contacto alguno con la mujer, bloqueando el número telefónico de ella y negándose a volver a verla en persona. En segundo lugar, debe convencer a su esposa de que usted de veras comprende lo peligroso que es el juego en que ha estado participando, y cómo ese juego ha corrompido su propio carácter y sus sentidos. Y por último, tiene que darle a su esposa su contraseña y permitirle revisar regularmente la correspondencia personal que usted tenga almacenada en todos sus dispositivos.

En cuanto a que se haga la voluntad de Dios en su vida, sepa que Él no interferirá ni anulará la voluntad de usted. No obstante, si usted está arrepentido por todos los pecados que ha cometido y le pide que lo perdone y le ayude, Dios entonces lo perdonará y le ayudará a saber cómo andar en el camino que más le conviene.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 1Co 15:33-34b

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