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Caso 347

Mi esposo me dejó, después de treinta y seis años de casados, por otra mujer, a pesar de cuidar cinco años a mi suegra con alzhéimer, habiendo pasado yo por un cáncer de cadera que, gracias a Dios, está curado. Él se marchó a vivir en casa de la otra mujer, y puso a su madre en [un asilo]. Llevo seis años sin él.... Es muy difícil de olvidar, ya que me casé muy enamorada y a veces pienso que aún lo estoy. Él me engañó estando yo operada del cáncer, ya que sé que salía con esa mujer y continuó haciéndolo.... Le he pedido ayuda a Dios que haga que me olvide, y sigo igual.

Consejo

Estimada amiga:

¡Cuánto sentimos todo lo que ha tenido que soportar! No hay duda de que ha sido muy difícil, así que es encomiable que se haya mantenido firme y haya sobrevivido a tantas pruebas.

No hay nada que usted pueda hacer para arreglar al hombre que fue su esposo. Cada momento que usted piensa en él —en lo mucho que la hirió y en lo injusto que la trató— es un momento desperdiciado que jamás puede recobrarse. Si bien es cierto que él robó sus sueños en cuanto al matrimonio, no hay razón para pensar que él pueda robarle la felicidad.

Es que la felicidad es una decisión que le corresponde tomar a usted, como también lo es el contentamiento. Cada día, al levantarse, usted decide si ha de seguir pensando en todo lo que él le hizo, o si ha de pensar en cómo llegar a ser feliz. ¿Será usted una víctima que se siente abatida, engañada y quebrantada, o será una sobreviviente que afronta el futuro con esperanza y que logra recobrar la felicidad?

Sólo usted puede dominar sus pensamientos. Y sólo usted puede ejercer control sobre sus actitudes y su conducta. Resuelva buscar un grupo de amigos y actividades que le gusten. No se quede sola en casa pensando. Salga de la casa y manténgase ocupada. Done su tiempo como voluntaria, hágase amiga de sus vecinos, o participe en un club o en un grupo de artesanías. Busque una iglesia en la que los asistentes amen a Dios y sigan las enseñanzas de la Biblia, y forme parte de esa comunidad.

Usted quiere que Dios borre su memoria, y cree que Él no le está haciendo caso. Pero el problema radica en que usted misma se está perjudicando al no dejar de pensar en el pasado. Cuando se ocupe con una que otra actividad, no le quedará tanto tiempo para ocupar la mente en pensamientos negativos. A medida que llene la mente con cosas buenas, los recuerdos negativos dejarán de ejercer el mismo poder sobre sus emociones. El apóstol Pablo nos dio la receta cuando escribió: «Consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.»1 El optar por pensar en todo lo bueno y lo positivo en el presente le evitará afligirse por lo ocurrido en el pasado.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Fil 4:8

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