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Caso 812

Tengo con mi esposo cuarenta y cuatro años de casada. Pero desde que falleció mi padre hace veintidós años, cambió mi relación matrimonial porque yo me dediqué en cuerpo y alma a atender a mi madre, quien en la actualidad tiene ochenta y dos años. Soy única hija.

Dejé de atender a mi esposo porque a ella no le agrada la presencia de él. Incluso le tuve que decir que se fuera de la casa para evitarle disgusto a ella....

Cuando le digo a ella que quiero que él regrese... mi madre me dice que, si lo quiero, mejor me vaya con él.... Amo a mi esposo, pero no tengo mal corazón para abandonar a mi madre.

Consejo

Estimada amiga:

En muchas culturas se cuentan chistes sobre las suegras, pero el caso suyo no es ninguna broma. Lo cierto es que su mamá es el tipo exacto de mujer que les da a las suegras tan mala fama.

No hay ninguna manera de decirlo con delicadeza: Usted ha permitido que su mamá la haga pecar contra su esposo. Cuando usted hizo sus votos matrimoniales, prometió dejar a padre y madre y formar una nueva familia con su esposo. Pero usted ha permitido que su mamá la manipule y haga que quebrante esos votos nupciales, que es todo lo contrario a lo que enseñan las Sagradas Escrituras.1

Comprendemos que haya sentido la responsabilidad de cuidar a su mamá, pero ella se ha aprovechado de usted. La ha obligado constantemente a elegir entre el deseo que usted tiene de honrarla a ella y de cumplir los votos que le hizo a su esposo. ¡Es increíble que le ha permitido hacerlo durante veintidós años!

Su mamá ha demostrado repetidamente que ella valora su propio bienestar por encima de la felicidad de usted. Ella la amenaza y la hace sentir culpable, y luego se sale con la suya. Tal vez no lo esté haciendo a propósito, porque ella, en su mente retorcida, piensa que es mejor para usted que su esposo.

Le rogamos que no espere ni un día más para seguir nuestro consejo. Empaque su ropa y vaya a vivir con su esposo. Dígale a su mamá que usted está haciendo exactamente lo que ella le sugirió, y que quiere cumplir los votos que hizo el día de la boda.

Comuníquese con su mamá todos los días, pero deje en claro que usted no volverá jamás a vivir con ella sino hasta que su esposo sea aceptado como un miembro de la familia. Sin duda la amenazará, le gritará y se esforzará al máximo por hacer que usted se sienta aún más culpable. Y es muy probable que, como resultado de la decisión que usted ha tomado, ella padezca una crisis de salud e incluso sea hospitalizada, y que luego la culpe de todo y diga que usted la está matando. Hasta es posible que se niegue a recibir su visita en el hospital.

Investigue la posibilidad de conseguir una asistente o una enfermera que visite y atienda a su mamá. En algunos países, es posible que esos servicios los ofrezcan las entidades de asistencia social del gobierno. A su mamá no le van a gustar las visitas, y bien pudiera acusarlas de robo o de intentar maltratarla, pero no permita que ninguna de esas quejas haga que usted cambie de parecer.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Gn 2:24

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