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Caso 733

Hace veinte años mi esposo se quedó sin trabajo, y estábamos pasando mucha necesidad. Teníamos tres hijos. La mayor tenía dos años, la segunda uno, y el bebé recién nacido. Yo entré en una etapa depresiva. Mis hijos eran muy inquietos y [exigentes], y en un momento de ira yo maldije a mi hija mayor.

Desde entonces me he sentido atormentada porque pienso que no hay perdón para mí y que mi hija va a estar bajo maldición toda su vida. ¡Por favor, necesito saber qué hacer!

Consejo

Estimada amiga:

Su hija mayor debe ya tener veintidós años, y sin embargo usted no se refiere a ella como una mujer adulta. ¿Acaso está sufriendo ella problemas en su vida que le han hecho pensar a usted que es a causa de haberla maldecido hace dos décadas? Suponemos que esto es lo que usted cree, ya que nos ha pedido ayuda.

Es importante que comprenda que hay distintas clases de maldiciones. Hay un tipo de maldición que se da cuando una persona insulta a otra. Las palabras sólo tienen poder al recibirlas la persona. Por ejemplo, si una persona insulta a otra, pero la otra no habla el mismo idioma, entonces esas palabras no tienen poder. En cambio, si la otra persona sí habla el mismo idioma, entonces las palabras pueden hacer que sienta temor o se sienta ofendida.

Hay una segunda clase de maldición que se daba comúnmente en los tiempos bíblicos del Antiguo Testamento. Esa clase de maldición equivalía por lo general a un castigo. Cuando Dios maldijo a Caín, el hijo de Adán y Eva, por haber matado a su hermano Abel, era lo mismo que decir que Dios castigó a Caín por el homicidio que había cometido.1

Hay un tercer tipo de maldición que se encuentra también en el Antiguo Testamento. Es el deseo de que le vaya mal a otra persona. Puede incluso ser un deseo que forma parte de una oración dirigida a Dios. Todas las oraciones imprecatorias que hizo el rey David contra sus enemigos en el libro de los Salmos en la Biblia corresponden a esa clase de maldición. Sin embargo, Dios no está obligado a hacer que se cumplan esos deseos, aun cuando se hayan pedido en oración.

Hay un cuarto tipo de maldición que invoca el poder sobrenatural de Satanás. Las religiones que derivan su poder de Satanás tienen seguidores que acostumbran maldecir a los demás. En la Biblia, con frecuencia a esas personas se les llamaba hechiceras, brujas, pitonisas y adivinas. Quienes han dedicado su vida a Dios no tienen que preocuparse de ser maldecidas por tales personas, ya que a su familia Dios la protege de malvados poderes sobrenaturales.

Cuando usted dice que maldijo a su hija hace veinte años, ¿estaba invocando a Satanás para maldecirla sobrenaturalmente? ¿O estaba usted simplemente abrumada por el estrés de tener tres hijos pequeños y las palabras que pronunció se debían más bien al enojo y a la frustración que estaba sintiendo? Dios la perdonará por esa ira y por las palabras que dijo estando enojada. Y a no ser que haya invocado a Satanás, esas palabras no han ejercido poder sobrenatural alguno sobre su hija.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Gn 4:10-16

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