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Caso 7

Caso 7.1: «Soy un adicto a la Internet y veo cosas [indecentes]. Quiero que me digan algo para que esto que me perturba la mente me deje en paz. También quisiera saber un poco de Dios.»

Caso 7.2: «Soy un joven universitario, estudiante de medicina. Desde pequeño he tenido problemas con la pornografía. Algunas noches he eyaculado dormido. Ya no aguanto más. Necesito ayuda. No sé qué hacer.»

Caso 7.3: «Desde mi adolescencia hasta hoy estoy luchando con lujuria, pornografía y diferentes fantasías sexuales. Cada vez que estoy solo, me gana la tentación sexual en diversas maneras. Necesito ayuda urgente. No aguanto más estar en esa situación. SOS.»

Consejo

Estimado amigo:

No se sienta solo. En las últimas semanas hemos recibido casos de otros hombres que tienen el mismo problema.

Comencemos con una ilustración que al principio tal vez no comprenda qué tiene que ver. Imagínese que se encuentra en el campo donde no hay carreteras ni caminos. Cada día usted tiene que avanzar varios kilómetros para llegar a su destino. Pero no hay caminos, así que le toca crear un sendero nuevo por el cual andar. Mientras camina, usted quita los arbustos y las plantas que no lo dejan seguir adelante. El proceso es muy demorado, pero al fin logra llegar.

En el camino de regreso, usted trata de encontrar el mismo sendero. Es un poco más fácil avanzar por donde ya ha despejado el terreno. El día siguiente usted tiene que volver a emprender el viaje, así que avanza siguiendo el mismo sendero. A medida que pasan los días, se le hace más fácil recorrer el sendero y por eso llega más rápido. Ha logrado usted crear una ruta cómoda que le servirá durante mucho tiempo.

A medida que usted se expone a la pornografía, va creando, así mismo, un sendero en la mente. Y cuando anda por ese sendero repetidas veces, la pornografía se convierte en un hábito, y el sendero que ha creado en el cerebro se va cimentando. Aún después de que usted se convence de que esa pornografía que invade de continuo sus pensamientos tiene el poder para destruir su vida, usted vuelve a exponerse a ella porque el sendero que ha creado en el cerebro no ha dejado de existir, y por eso se le ha vuelto fácil transitar por él. Ese sendero lo atrae como un imán, aun cuando usted no quiere andar por él. La única manera de detenerse es construir un gran muro de piedra frente a la entrada.

¿Cómo puede usted construir ese muro? Estas son algunas piedras con las que puede comenzar:

1. Ponga la computadora en un espacio abierto a todos dentro de su casa. Asegúrese de que cualquiera pueda ver la pantalla.

2. Si esto no es posible y la computadora está ubicada en su habitación o en una oficina dentro de su casa, póngala de tal modo que cualquiera pueda ver la pantalla al pasar. Siempre deje la puerta abierta cuando esté sentado frente a la pantalla.

3. Dondequiera que tenga revistas pornográficas, deshágase de ellas y no vuelva jamás a frecuentar los lugares donde las ha comprado en el pasado.

4. Mantenga a la mano un calendario en el que firma cada día dando constancia de que ha evitado la pornografía. Le servirá de registro gráfico que le recordará cuántos días ha logrado mantenerse alejado de ese sendero destructivo.

5. Encuentre a una persona con la que se comprometa a rendirle cuentas. Si usted está casado y su esposa está al tanto de su problema, entonces ella puede ser esa persona. Dígale que quiere que ella le pregunte todos los días si usted ha vuelto a tomar ese sendero. ¡Pero no se enoje luego cuando ella le pregunte! Si usted no está casado, confiésele su problema a un amigo de confianza y comprométase con él a rendirle cuentas. Pídale que averigüe con regularidad cómo le está yendo.

6. Ya que la pornografía puede ocupar mucho tiempo suyo, encuentre otra actividad que ocupe ese tiempo. Así creará otro sendero en su cerebro para cualquier actividad que escoja para tomar el lugar de la pornografía.

7. Escriba lo que les diría a las siguientes personas si llegaran a descubrir su adicción a la pornografía: sus padres, su esposa o novia, sus hermanos o hermanas, sus amigos o amigas, sus compañeros o compañeras de trabajo. En cada caso, imagínese cómo se explicaría y cómo se sentiría. Piense en cómo éstos lo considerarían o tratarían a usted de una manera diferente en el futuro.

8. Lea una novela o revista, de contenido sano, para mujeres. Anote ejemplos que demuestran que las mujeres son seres humanos que piensan, sienten, aman y cuidan a otros y se preocupan por ellos (por ejemplo, una mujer que es médica demuestra inteligencia, ambición, perseverancia, abnegación y preocupación por el bienestar del prójimo). Recuerde que cada vez que usted mira imágenes pornográficas está convirtiendo a esas mujeres en objetos sin valor. Cuando usted se concentra en el cuerpo de ellas y nada más, las está despojando de sus sentimientos, su intelecto y su infinita capacidad de amar.

Si bien la eyaculación nocturna puede ser un escape humano natural diseñado por Dios, sus pensamientos constantes acerca del sexo sin duda son la causa de los sueños gráficos que a su vez contribuyen a que tales emisiones nocturnas ocurran con mayor frecuencia. A medida que usted deje de tomar ese sendero pornográfico, su cerebro poco a poco cimentará otros senderos que usted haya creado y la frecuencia de estas emisiones disminuirá.

Actualmente usted se está sintiendo muy culpable porque no ha podido frenar ese hábito. El que nos sintamos culpables nos conviene cuando nos sirve de advertencia de que lo que estamos haciendo nos está perjudicando. Pero nosotros mismos no tenemos con qué librarnos de ese sentido de culpabilidad.

Para librarse de la culpa, usted tiene que ser perdonado. Y para ser perdonado, tiene que acudir a Dios. Él puede perdonarlo a usted por hacerse daño y por perjudicar a su esposa presente o futura. Sólo tiene que pedírselo, y Él lo perdonará. Pídale que forme parte integral de su vida y lo ayude a construir una pared, piedra por piedra, como hemos descrito.

Dios no va a eliminar el sendero que usted ha creado. Usted ha causado un cambio en su cerebro que es consecuencia natural de la pornografía. Dios casi nunca nos libra de las consecuencias naturales porque esas consecuencias nos enseñan las lecciones que necesitamos aprender. Usted debe dar pasos en firme para construir esa pared de modo que el sendero caiga en desuso y finalmente disminuya a lo largo y a lo ancho.

¡No se dé por vencido! ¡Usted puede lograrlo!

Linda y Carlos Rey

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