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Caso 499

Me desempeño como encargado y responsable de [unos] vehículos [de una organización sin fines de lucro]. Hace siete años que trabajo aquí, y últimamente me siento impotente cuando se autoriza el uso de vehículos a personas que los dañan. Cuando yo no autorizo, buscan a mi superior para que autorice el uso. Muchas veces he pensado dejarlo, pero no he encontrado otro trabajo, porque recibo un salario. Quisiera un consejo para saber cómo manejar esta situación.

Consejo

Estimado amigo:

¡Sinceramente esperamos que sus superiores valoren lo honrado y responsable que es usted! A muchos que ocupan un puesto como el suyo no les importaría que sufrieran daños los vehículos. Les importarían sus propias posesiones, eso sí, pero no las posesiones de los demás. Algunas personas justificarían aun el descuido, convencidas de que una organización que tiene varios vehículos tiene también con qué repararlos si se dañan.

La situación en que usted se encuentra me recuerda una historia que contó Jesucristo. Tenía que ver con un hombre que, al emprender viaje, encargó de sus bienes a sus tres siervos. Dos de ellos fueron responsables con lo que él les encomendó, y él lo recompensó cuando regresó. El tercer siervo fue perezoso e irresponsable con lo que le encargó, así que el hombre lo castigó severamente.1

Hay varias lecciones que podemos aprender de esta historia. Jesús nos estaba enseñando que todos debemos ser responsables en el trabajo que nos corresponde. Es obvio que usted ha tomado a pecho esa lección, y que lo entristece que los demás no lo tomen con la misma seriedad.

Con relación a su empleo, le animamos a que elabore un formulario y que lo llene cada vez que alguien use uno de los vehículos. Hágalo con una columna que identifica el vehículo, una que identifica el que autorizó el uso del vehículo, y otra para anotar los daños evidentes que haya sufrido el vehículo una vez devuelto. Usted tendrá que decidir cuándo y a quién entregar copias del formulario, pero guarde copias para usted. En este caso, sólo le corresponde informar acerca de lo sucedido. Usted no puede evitar nada. Esa no es su responsabilidad. Sea preciso e imparcial en todo lo que anota, y esté listo para mostrar el documento en cualquier momento en el caso de que le toque rendir cuentas de determinados daños.

Hay otras lecciones que podemos aprender también de la historia que contó Cristo. Él quería que sus seguidores supieran que Él se iba y que ellos serían responsables del reino suyo en la tierra. Y quería que sus seguidores entonces (como también sus seguidores ahora) supieran que les estaba encargando el cuidado de los huérfanos, las viudas, los pobres y los desvalidos. Pero aún más importante, Él quería que sus seguidores comprendieran que les correspondía contar la Buena Noticia a todo el mundo. La Buena Noticia es que, mediante el perdón de Dios logrado por la muerte de su Hijo Jesucristo en la cruz por nuestros pecados, podemos recibir la recompensa de la vida eterna. ¡Esa es la mejor noticia del mundo!

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Mt 25:14-30

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