El «golpe de gracia» del payaso Pepi

6 nov 2024
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(5 de noviembre: Día Internacional del Payaso)

«Mientras centenares de niños huérfanos se morían de la risa sin sospechar que nada fuera de lo común estaba pasando, un triste payaso se moría de un ataque al corazón... ¡después de recibir el impacto de un pastel en la cara!»1

Así, captando de golpe nuestra atención, comienza un artículo sobre la defunción del querido payasito llamado Pepi, publicado en el periódico Noticias semanales del mundo el 3 de abril de 1990. La trágica muerte ocurrió durante una presentación gratuita en la matiné de martes por la tarde del Circo Los Hermanos Martini, que había montado su gran carpa en una cancha de fútbol en las afueras de Roma, Italia. Todos los dos mil trescientos asientos bajo la gran carpa estaban ocupados por los niños huérfanos y desamparados que vivían en los barrios pobres y marginales de la ciudad.

El compañero de Pepi —el payaso llamado Bopo cuyo nombre en la vida real era Paoli Megalla y tenía cincuenta y un años y seis hijos— explicó de la siguiente manera lo ocurrido: «Durante la actuación de los payasos, a Pepi lo maltrataban los demás payasos. Él era como el perrito sin raza a quien todos le dan patadas. Era un hombre pequeño y delgado, y daba mucha lástima verlo vestido con harapos poniendo cara triste. El pastel que le pegó en la cara era el de siempre, blandito e inofensivo. Pero... después de recibir ese impacto... Pepi se detuvo en seco y me miró con ojos más grandes que platillos, y luego perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, con las manos aferradas al pecho. Yo pensé: “¡Oiga, qué magnífica actuación!”

»Nosotros no teníamos ninguna manera de saber que él estaba en peligro de muerte. Pensamos más bien que era algo que había improvisado en su actuación. Él se la pasaba tratando de improvisar cosas para hacer reír a los niños. Amaba a los niños más que nada en el mundo.

»Todos lo vimos morir, pero no lo sabíamos —declaró Bopo—. Los niños se reían a carcajadas, y los otros cinco payasos y yo no hicimos más que reírnos mientras el pobre Pepi lentamente jadeaba, luchando por tomar su último aliento.»2

El verdadero nombre de Pepi era Ángelo Bertini. Era un hombre discreto y callado. Tenía sesenta y tres años y llevaba una vida solitaria fuera de la gran carpa. Se hizo payaso en 1947 luego de que su esposa Adua murió al dar a luz apenas quince meses después de casados.3

Así como Pepi entregó la mayor parte de su vida a la causa, y murió en el acto, de alegrar el corazón de todos los que le permitieran hacerlo, especialmente los niños, gracias a Dios su Hijo Jesucristo entregó su vida entera, y murió en el acto, de alegrar el corazón de todos los que se lo permitamos. Pero si bien Pepi resolvió hacer reír a todo el mundo y logró así llenar en parte el vacío en su propio corazón, Cristo se dispuso a morir por todo el mundo y nos ofreció así, a quienes se lo pidamos, limpiarnos del pecado y llenar por completo el vacío que hay en nuestro corazón, a fin de que nuestra alegría sea completa y seamos tan felices como Él.4


1 Mickey McGuire, «Pie in the face kills circus clown... & leaves them laughing in their seats!» [Un pastelazo en la cara mata a payaso del circo... y hace que el público se ría], Weekly World News [Noticias semanales del mundo], 3 abril 1990, p. 7 <https://books.google.com/books?id=9_QDAAAAMBAJ&pg=PA7&lpg=PA7&dq=Weekly+World+News+April+3,+1990 > En línea 18 marzo 2024.
2 Ibíd.
3 Ibíd.
4 Jn 15:11; Heb 9:14; 1Jn 1:7-9
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