«Madre hay una sola»

6 may 2020

Juzgando por el tiempo que ha circulado por la Internet como si fuera de Isabel Allende, el atinado artículo que lleva por título «Madre hay una sola» parece que hubiera sido escrito por ella. Pero resulta que, hasta ahora, la escritora chilena no ha reconocido la autoría de este texto sobre las madres que muchos citan a propósito del Día de la Madre:

«[Ser madre es]... ver a esa criatura minúscula, arrugada y chillona que acaba de nacer, y sin embargo mirarla embobada, encontrarla preciosa y disponerse a cuidarla gratis hasta que cumpla por lo menos veintiún años.

»Ser madre es considerar que es mucho más noble sonar narices y [cambiar] pañales que terminar los estudios, triunfar en una carrera o mantenerse delgada. Es ejercer la vocación sin descanso, siempre con la cantinela de que se laven los dientes, se acuesten temprano, saquen buenas notas, no fumen, tomen leche. Es preocuparse de las vacunas, la limpieza de las orejas, los estudios, las palabrotas, los novios y las novias; sin ofenderse cuando la mandan a callarse o le cierran la puerta en las narices.

»Es quedarse desvelada esperando que vuelva la hija de la fiesta y, cuando llega, hacerse la dormida para no fastidiar. Es temblar cuando el hijo aprende a conducir, anda en moto, se afeita, se enamora, se presenta a exámenes o le sacan las amígdalas.

»Es llorar cuando ve a los niños contentos, y apretar los dientes y sonreír cuando los ve sufriendo. Es servir de niñera, maestra, chofer, cocinera, lavandera, médico, policía, confesor y mecánico, sin cobrar sueldo alguno. Es entregar su amor y su tiempo sin esperar que se lo agradezcan. Es decir que “son cosas de la edad” cuando la mandan a paseo.

»Madre es alguien que nos quiere y nos cuida todos los días de su vida, y que llora de emoción porque [nos acordamos] de ella una vez al año: el Día de la Madre.

»El peor defecto que tienen las madres es que se mueren antes de que [alcancemos] a retribuirles parte de lo que han hecho. [Nos dejan desvalidos, culpables e irremisiblemente huérfanos.]

»Por suerte, hay una sola. Porque nadie aguantaría el dolor de perderla dos veces...»1

Para los que hemos perdido a nuestra madre, o incluso a una hermana que a su vez fue una querida madre para sus propios hijos, estas palabras nos conmueven hasta lo más profundo de nuestro ser. Es que, a no ser que aquella madre haya sido lo contrario a la que acabamos de describir, no podemos dejar de pensar en ella. Sentimos que no sólo es nuestro deseo sino nuestro deber recordarla tanto en los aniversarios de su muerte como en los de su natalicio, y no sólo en el Día de la Madre sino también todos los días del año en que algo sucede que nos la trae a la memoria y nos humedece los ojos con lágrimas de tristeza y de gratitud a la vez.

Tal vez lo único que no sobre añadir es que, cuando se dé el caso de que nuestro padre o nuestro cuñado vuelva a casarse, le roguemos a Dios que le dé la sabiduría para comprender que es humanamente imposible que la nueva mujer en realidad tome el lugar de la que perdieron sus hijos, así que más vale que ni ella ni él se porten como si ese fuera el objetivo... porque «madre hay una sola».


1 «Isabel Allende: Madre hay una sola», Estandarte, 5 mayo 2019 <http://www.estandarte.com/noticias/autores/ isabel-allende-madre-hay-una-sola_1195.html> En línea 14 diciembre 2019.
Este Mensaje me ayudó Envíenme información Deseo una relación con Cristo