5 oct 2005

«A cualquier soldado»

por el Hermano Pablo

Fueron millares de cartas que cruzaron el Atlántico y llegaron al golfo Pérsico, millares de misivas que llevaban aliento, consuelo y palabras de fe a los soldados en lucha. Muchísimas de esas cartas no tenían destinatario específico. Simplemente decían: «A cualquier soldado».

El correo del ejército en Arabia Saudita entregaba esas cartas sin destinatario, al azar, a cualquier soldado que estiraba la mano para recibirla. Uno de esos soldados fue Tom Keskett. Y la carta que le tocó la mandaba Katina King de Danville, estado de Kentucky. Esa carta fue como un chispazo eléctrico. Después, en rápida secuencia, las cartas se cruzaron entre Tom y Katina, y se enamoraron. El noviazgo progresó, hubo petición de mano, se finalizaron los arreglos y se casaron a los cuatro meses de conocerse. Posteriormente los dos dijeron: «Dios contestó nuestras oraciones.»

Se ha comprobado que el amor puede surgir dondequiera. Por algo los romanos pintaban el amor como un niño travieso, con alas y con una venda en los ojos, tirando sus flechas al azar. Los que flechaba se enamoraban el uno del otro.

En el caso de Tom y Katina, la primera intención no era la de establecer una relación amorosa. Mucha gente escribió cartas de aliento a los combatientes, animándolos a confiar y a esperar que la guerra pronto terminaría y que luego podrían regresar al hogar. El mismo Tom Keskett recibió no menos de una docena de esas cartas de ánimo. Pero fue la singular carta de Katina King la que representó algo especial para Él.

Dios ha enviado una carta muy especial que, aunque va sin destinatario específico, no está dirigida, como las del golfo, «a cualquier soldado», sino: «a todo el que vive en este mundo». Esta carta de amor divino es para cualquiera que la acepte como tal. El que la reciba sabrá lo que es el gran amor de Dios. ¿Qué carta es esta? La Sagrada Biblia.

Las páginas de la Biblia, carta de amor de parte de Dios, contienen la historia de Jesucristo, Salvador, Señor, Maestro y reconstructor del ser humano. Cualquier persona puede recibir, aceptar y contestar esta carta, como lo hizo aquel soldado, y establecer una relación con Dios así como él estableció una relación con su futura esposa. El resultado será el comienzo de una nueva vida. Leamos como nuestra la carta de amor que Dios nos ha escrito a cada uno.

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