12 dic 2005

«Del que come salió comida»

por el Hermano Pablo

Por arriba, el cielo inmenso estaba nublado y negro. Por debajo, el golfo de México estaba airado y tormentoso. Y la pequeña barca pesquera se hallaba a la deriva, sin motor y sin velas. El frío era espantoso, y la sal del mar penetraba hasta los huesos.

José Morales, de Matamoros, México, y su compañero Francisco San Juan pensaron en Dios. No tenían alternativa. Así que con una oración en los labios lanzaron al mar el anzuelo y pescaron un tiburón. Esta era para ellos una respuesta de Dios. Durante doce días el tiburón era su único alimento. A los doce días fueron rescatados. «Con oración y carne de tiburón —dijo después José— es posible sobrevivir.»

Hay varios refranes que vienen al caso. Uno dice: «A buen hambre no hay pan duro.» Otro expresa: «Cuando el hambre muerde, cualquier comida sabe bien.» Y aún otro concluye: «La necesidad agudiza el ingenio.» Lo cierto es que cuando la vida está en juego, el ser humano se ingenia cualquier cosa para sobrevivir.

La historia de Sansón, en la Biblia, contiene un refrán interesante. Dice: «Del que come salió comida; y del fuerte salió dulzura» (Jueces 14:14). Fue el enigma que Sansón les propuso a los filisteos después de matar un león y hallar posteriormente un enjambre de abejas en el cuerpo muerto del león.

El caso de José y Francisco fue algo parecido. Al tiburón se le conoce como «el tigre de los mares». Es un animal devorador por excelencia. Devora todo lo que cae entre sus mandíbulas. Pero para José y Francisco, el tiburón les sirvió de comida durante doce días.

¿Puede algo que en sí es malo servir para algo bueno? Para el que tiene su confianza en Cristo, sí. La Biblia dice que «Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman» (Romanos 8:28). Así puede pasar con cualquier cosa que la vida nos depare.

Un revés inesperado no debe servir para amargar y derrotar y destruir. Podemos sacar fuerzas de la flaqueza, y podemos obtener bendición de lo que parece maldición. Si tenemos fe genuina en Cristo, podemos aceptar los reveses de la vida y cambiarlos en situaciones provechosas.

«Del que come salió comida», dijo Sansón. Igualmente, de la desgracia puede brotar la victoria. Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo amamos.

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