22 abr 2005

¿Una nube de juicio?

por el Hermano Pablo

Al principio parecía una nube más, una de esas nubes grises, redondas y pesadas que presagian un chaparrón de verano. Pero poco a poco la nube se hizo mas grande, más densa y más negra. Con rayos y truenos se abatió sobre Telingua, un pueblo de China de veinticinco mil habitantes.

En cuestión de minutos la inmensa nube se deshizo en lluvia. Pero no era una lluvia común. Era una lluvia química, ácida, venenosa. Miles de personas en el pueblo murieron intoxicadas. «No hay explicación para este fenómeno —comentó el doctor Yen Chin Fu, un químico que fue enviado por el gobierno a investigar el desastre—; no hay explicación, a menos que sea una nube de juicio.»

¡Qué trágico este tremendo suceso ocurrido en la legendaria China! No hay explicación científica para una nube tan negra, tan grande y tan recargada de sustancias químicas. Algunos quisieron relacionarla con el desastre de Chernobyl, ocurrido hace años en Rusia.

Pero el caso se dio, y los muertos por la nube no pudieron declarar lo que vieron o sintieron cuando el desastre les llegó del cielo. Explicación científica debió haber, pero hasta los doscientos expertos que mandó el gobierno chino sólo menearon la cabeza y concluyeron: «No sabemos.»

¿Habrá sido ése un anticipo del juicio venidero? Tal vez. El profeta Sofonías, que habló mucho acerca del juicio final, dijo: «Día de ira será aquel día, día de acoso y angustia, día de devastación y ruina, día de tinieblas y penumbra, día de niebla y densos nubarrones» (Sofonías 1:15). Esto no se refiere necesariamente a un castigo sobrenatural, aunque puede ser, pues sabemos que Dios también usa elementos naturales para ejecutar sus juicios.

La nube negra de Sofonías se está preparando en el horizonte. No debemos ser alarmistas en el sentido negativo de la palabra, pero tampoco debemos ser campanas mudas que no dan ningún aviso. Pues no deja de ser imprescindible tener una viva y permanente relación con Dios.

Debemos, más bien, vivir conforme a las sabias, justas, santas y eternas enseñanzas de Jesucristo. Él nos las dio para nuestra perfección y felicidad. Son fuente de vida si las obedecemos y cumplimos. En cambio, son causa de juicio si las desobedecemos y pisoteamos. Sea Cristo nuestro Señor y Salvador, hoy. Mañana puede ser muy tarde.

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