Miguel Enrique Córdova, de Bogotá, Colombia, cuidaba mucho de su apariencia personal. Le gustaba siempre verse bien, especialmente cuando iba al trabajo. Tenía una camisa que era su favorita y que quería que siempre estuviera bien limpia y planchada.
Un día que salía al trabajo buscó su camisa favorita, pero Gloria, su esposa, no la había planchado. Eso fue suficiente. Lleno de ira ante lo que él juzgó una grave falta a los deberes de esposa, Miguel bajó al sótano de la casa, ató juntos trece cartuchos de dinamita, encendió la mecha y salió rápidamente de la casa. Todo voló por los aires: la plancha, la camisa, la esposa y la casa en su totalidad. Posteriormente, desde una celda de la cárcel, Miguel lamentó su violenta reacción con estas palabras: «Lo perdí todo por una obstinación tonta.»
Que haya diferencia de opiniones entre esposo y esposa es normal. Expresar esas diferencias, a veces con poca paciencia, también puede ser normal. Pero ponerle dinamita a la casa, sólo porque la señora se tarda en planchar la camisa, es el colmo de la ira.
Aquí cabe preguntarnos: ¿Valía más la camisa planchada que la casa? ¿Valía más la camisa planchada que la paz en el hogar? ¿Valía más la camisa planchada que la vida de la esposa? ¿Valía más la camisa planchada que su propia libertad? ¿Valía más la camisa planchada que cualquier otra cosa? La respuesta es evidente. ¡Claro que no! Miguel mismo concluyó: «Lo perdí todo por una obstinación tonta.»
¿Qué se puede hacer cuando comienzan las discusiones entre cónyuges? Hay consejos para esta costumbre infantil que tiene finales desastrosos. Las revistas para la familia están llenas de ellos. Los psicólogos y psiquiatras, y las consejeras femeniles, publican artículos a diario sobre este tema. Libros sobre buenas relaciones entre cónyuges hay a montones. No es información lo que falta.
Lo que falta es fuerza espiritual para limar las asperezas y superar las diferencias. Lo que necesitan esposo y esposa es tener un Consejero y Amigo que les dé la fuerza para controlarse. Ese Consejero es Cristo. El único que les dará paz, que les dará cordura, que les dará paciencia, que les dará afecto y que les dará amor es Cristo, sólo Cristo. Y Cristo está cerca de los dos. Lo pueden hallar en las páginas del Evangelio.


