Cuando nació, tenía los ojitos abiertos. Eran unos ojos claros, tiernos, brillantes y bellos que se abrían al mágico mundo exterior. Pero debajo de esos lindos ojos, Andrea Stevenson, de Bolton, Inglaterra, carecía de nariz. Sólo poseía dos pequeños orificios por donde respiraba con dificultad.
Después de una hora de haber nacido, le hicieron la primera operación. Le reconstruyeron con piel la parte donde aparecían los huequillos. A los dos años le practicaron una segunda cirugía; a los cuatro, una tercera. Poco a poco, los cirujanos le fueron formando una nariz. Cuando cumplió los siete años, le hicieron la cuarta operación, y a los diez, la quinta y última.
Fue así como Andrea Stevenson llegó a ser una linda mujer con un rostro bello y perfectamente normal. Este es otro caso de una cirugía estética con buenos resultados, en donde el bisturí fue formando, operación tras operación, un rostro hermoso.
Este proceso se puede comparar, guardando las distancias, con una persona que, también por medio de cinco operaciones, ha recompuesto la deforme y depravada figura de millones de personas en este mundo. Se trata de Jesucristo, el Hijo de Dios.
La primera operación que Cristo hace cuando un pecador viene a Él se llama la justificación. En ella el individuo es declarado justo, sin serlo, pues al aceptar a Cristo como Salvador es justificado por pura gracia, la gracia de Cristo.
La segunda operación que Cristo realiza se conoce como la regeneración. Ésta comprende nacer de nuevo, recibir gratuitamente una nueva vida y una nueva oportunidad de vivir en justicia y rectitud.
La tercera operación es la adopción. El individuo, justificado y regenerado, es aceptado como hijo en la familia de Dios. Ahora es parte de ella no sólo por la creación sino por la adopción. Ya está en franco progreso y camino a la sanidad total.
A la cuarta operación se le llama la santificación. No hay por qué asustarse con esa palabra, porque en la Biblia significa «apartado». La idea es ser apartado del mundo para caminar cada día con Cristo.
La última operación es la glorificación. Ocurre en el día final, cuando el mismo individuo, que un día fue un pecador perdido, entra de la mano de Cristo por las puertas de la gloria eterna.
¡Qué maravilloso médico cirujano es Jesucristo!


