21 oct 2004

Muchas religiones, un solo camino

por el Hermano Pablo

Francisco Allegretti salió al patio, miró el sol naciente que surgía derramando rayos de oro y cobre sobre la inmensa pampa y, musitando una oración de media docena de palabras, dejó caer tres granos de trigo sobre la mansa tierra. Era el solsticio de verano. Seis meses después, durante el solsticio de invierno, volvería a repetir el mismo ritual. Saldría al amanecer, recitaría una oración y dejaría caer tres granos de trigo.

Esa era la religión de aquel hombre. Él la había inventado, y él era su único sacerdote y su único feligrés. No necesitaba ni quería más. Así seguiría practicando su religión hasta que muriera, dejando caer tres granos de trigo en cada solsticio y haciendo una oración de seis palabras. La religión de Francisco Allegretti carecía de altares, sacerdotes, templos, credos, dogmas, tradiciones, misterios, adherentes, luchas, divisiones, herejías, mártires, teólogos, fanáticos, es decir, de todo lo que tienen las otras religiones. Pero él no necesitaba ni deseaba nada de eso.

Aquella extraña religión se suma a las muchas que el hombre ha inventado en su intento de llegar a Dios. Pero, ¿qué son las religiones? No son más que esfuerzos humanos cuyo propósito es confrontar al hombre con Dios. Y todas ellas se componen fundamentalmente de lo mismo: obras humanas, penitencias, sacrificios y más obras humanas.

La intención divina nunca fue que el hombre llegara a Dios por medios humanos. Si así fuera, no habría sido necesario que Jesucristo viniera a este mundo, y mucho menos que muriera en la cruz. Pero Dios envió a su Hijo a vivir entre los hombres. Más aún, Dios mismo se hizo hombre en la persona de Jesucristo y se dejó crucificar para que su muerte fuera el precio de la salvación para todo ser humano.

Las penitencias y los sacrificios representan los esfuerzos del hombre por alcanzar a Dios, mientras que la crucifixión de Jesucristo encarna el esfuerzo de Dios por alcanzar al hombre. Cristo vino al mundo para redimirnos. La verdadera religión la hallamos sólo cuando reconocemos el significado de su muerte en la cruz del Calvario y aceptamos que esa muerte fue en nuestro lugar.

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