Los gauchos y el ñandú de Darwin

5 dic 2022

(Víspera del Día Nacional del Gaucho en Argentina)

En su libro titulado El viaje del Beagle, el joven naturalista inglés Carlos Darwin no sólo describe sus cinco años de travesía por el mundo entre 1831 y 1836, sino también relata anécdotas y comenta sobre los lugares y sus habitantes que va conociendo. Dos de las «cinco anécdotas poco conocidas de su recorrido por América del Sur», contadas por Ana Pais en el diario BBC Mundo en 2019, tienen que ver con el paso de Darwin por los incipientes países costeros del Río de la Plata.

«Si bien Darwin describe a los terratenientes europeos con gran desdén —anota la periodista uruguaya—, a lo largo de su viaje por Argentina y Uruguay muestra gran admiración por los gauchos. “Su apariencia es de lo más llamativa —escribe [Darwin], por ejemplo, sobre los hombres de campo uruguayos—. En general son altos y apuestos, pero con un semblante orgulloso y disoluto.... [Son] perfectos jinetes.... Parecen ser parte de sus caballos.”

»Darwin destaca [además] su “excesiva cortesía” y hospitalidad, aunque aclara: “Mientras hacen su extremadamente agraciada reverencia, parecen estar igual de listos, si la ocasión lo merece, para cortarte la garganta.”

»Una de las habilidades que más le llamaron la atención fue la de cabalgar a máxima velocidad y, al mismo tiempo, enlazar a un animal con una cuerda o [unas] boleadoras. “Un día, mientras me divertía  galopando y girando las boleadoras sobre mi cabeza, por accidente la bola que estaba libre golpeó un arbusto” cuenta [Darwin]. La boleadora, “como por arte de magia”, atrapó la pata trasera del caballo de Darwin, que afortunadamente era un animal experimentado y supo liberarse sin caer al suelo.... “Los gauchos explotaron de risa. Exclamaban que habían visto capturar a todo tipo de animales, pero nunca habían visto a un hombre atrapándose a sí mismo”, termina de contar Darwin.

»“Cazar y disparar le resultaban fácil —escribe la historiadora de la ciencia inglesa [Janet Browne en su libro titulado Carlos Darwin: Navegando—.... Darwin hizo “grandes esfuerzos”] por capturar un ejemplar de ñandú petiso, compitiendo incluso con unos colectores enviados a la región del Río de la Plata por el gobierno francés. Estando en la Patagonia... [por fin] logró encontrar a la elusiva especie, pero en su plato. “El ave había sido cocinada y comida antes de darme cuenta —narra [Darwin]—. Afortunadamente la cabeza, [el] cuello, [las] patas, [las] alas, muchas de las plumas más grandes y gran parte de la piel habían sido preservadas. Con esto... se montó un espécimen casi perfecto que está ahora en exhibición en el museo de la Sociedad Zoológica” de Londres, concluye Darwin.

»Esa ave, que hoy es mayormente conocida como “ñandú de Darwin”, se convirtió, según Browne, en una de las anécdotas favoritas del naturalista de toda su expedición.»1

Tal vez la aplicación personal más relevante de esta última anécdota contada por la periodista Pais sea citar a nuestra vez las siguientes palabras del apóstol Pablo que quedan como anillo al dedo y que nos han tranquilizado a los que hemos viajado mucho: «Todo lo que Dios ha creado es bueno, y podemos comer de todo sin rechazar nada, si le damos las gracias.»2


1 Ana Pais, «“El viaje del Beagle” de Charles Darwin: 5 anécdotas poco conocidas de su recorrido por América del Sur», BBC News Mundo, 30 mayo 2019 <https://www.bbc.com/mundo/noticias-48253807> En línea 9 junio 2022. 21Ti 4:4 (TLA)
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