Un ataúd en vez de una corona

10 feb 2021

Miguel de la Paz de Avís y Trastámara, hijo de Manuel I de Portugal y de Isabel de Aragón, nació en Zaragoza en agosto de 1498. Pero como su madre murió en el parto, quedó al cuidado de sus abuelos maternos, los Reyes Católicos Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, quienes lo declararon heredero de Castilla, de León y de Aragón. A esas herencias su padre, el rey Manuel I, le añadió el trono de Portugal y sus dominios antes de su primer cumpleaños.

Fue así como el principito Miguel llegó a tener por delante el reinar sobre toda la península ibérica, las posesiones europeas de la corona de Aragón y todas las tierras de ultramar de unos y de otros, que incluían, desde luego, las mal llamadas «Indias» de América. Se trataba de un imperio que, al superar los treinta millones de kilómetros cuadrados, alcanzaba el nivel del Imperio Británico y del Imperio Mongol, y abarcaba las coronas de Castilla, León, Aragón, Sicilia, Granada, Toledo, Valencia, Mallorca, Sevilla, Cerdeña, Córdoba, Córcega, Murcia, Jaén, los Algarbes, Algeciras, Gibraltar y Canarias. Y, por si todo eso fuera poco, le esperaba ser conde de Barcelona, señor de Vizcaya y de Molina, y duque de Atenas y de Neopatria en Grecia.

Es que cuatro años antes del nacimiento de aquel hijo de Manuel e Isabel se había firmado el Tratado de Tordesillas, por el que los Reyes Católicos y Juan II de Portugal, antecesor de Manuel I, se habían repartido el Nuevo Mundo. Ese Tratado dejaba de tener sentido estando España y Portugal bajo la misma corona.1 Pero trágicamente lo que le deparó el destino a Miguel de la Paz no fue una grandiosa corona en un opulento palacio sino un pequeño ataúd de plomo en la austera cripta de la Capilla Real de Granada, junto a sus famosos padres y abuelos,2 debido a que murió prematuramente en julio de 1500, un mes antes de cumplir los dos años.

Gracias a Dios y a su plan divino para toda la humanidad, su Hijo Jesucristo, llamado el Príncipe de paz, no murió prematuramente, antes de cumplir los dos años, como murió el príncipe Miguel de la Paz. El rey Herodes el Grande trató de matar a Jesús al ordenar la masacre de todos los niños varones menores de dos años en Belén y sus alrededores, pero Dios envió a un ángel para advertir en un sueño a su padre José, quien tomó las medidas necesarias para salvarlo de la muerte.3 Es que el plan de Dios tenía que cumplirse. Pero conste que no era un plan imperialista para conquistar y reinar sobre un vasto territorio, obligando a los subyugados a que lo reconocieran como su Rey. Era más bien un plan emancipador para liberar a cada persona de las cadenas del pecado, dándole la oportunidad de elegir a Cristo como su Rey y de ser adoptada por Dios como su Padre celestial.4 Más vale entonces que aprovechemos esa libertad para aceptar cuanto antes su invitación a que formemos parte de su familia divina.


1 Manuel J. Prieto, «Miguel de la Paz, el heredero del Imperio Español y el Portugués», CUR¡STOR!A: Curiosidades y anécdotas históricas <https://www.curistoria.com/2020/01/la-endogamia-en-los-matrimonios-reales.html> En línea 18 agosto 2020.
2 «Los mausoleos reales y la cripta», Capilla Real de Granada <https://capillarealgranada.com/el-templo/los-mausoleos-reales-y-la-cripta> En línea 26 agosto 2020.
3 Mt 2:1-18
4 Jn 8:32-36; Ro 8:15-17
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