En busca de una esposa

9 feb 2021

(2o. domingo de febrero: Día Mundial del Matrimonio)

La historia lo recuerda como «el Afortunado» debido a los grandes logros que alcanzó Portugal durante su reinado, entre ellos el descubrimiento de la ruta marítima Atlántica hacia la India y el descubrimiento de Brasil. Pero así mismo pudiéramos considerarlo afortunado por haber llegado al trono en 1495 a los veintiséis años de edad a pesar de ser un octavo hijo, afortunado por haber sido tanto el primo como el cuñado del rey Juan II, a quien sucedió en el trono, y afortunado por haberse consolidado en el trono mediante los matrimonios que logró contraer.

Es que, si bien Manuel I de Portugal se casó tres veces, cada matrimonio suyo fue concertado. Sus primeras nupcias, terminando el segundo año de su reinado, fueron con Isabel de Aragón, la hija mayor de los Reyes Católicos Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla. Isabel de Aragón era entonces viuda de Alfonso de Portugal. Como Alfonso era hijo de Juan II, y Juan II era cuñado de Manuel, aquella viuda de Alfonso con quien se casó Manuel era la sobrina política de Manuel.

Lamentablemente, ese matrimonio no duró mucho debido a que Isabel, en su primer parto como reina de Portugal, murió al dar a luz menos de un año después. Para colmo de males, el hijo que había nacido murió también un mes antes de cumplir los dos años, quedando así Manuel sin esposa y sin descendencia. De modo que, a fin de reforzar los lazos entre los reinos ibéricos, Manuel se casó con María de Aragón, la cuarta hija de los Reyes Católicos, es decir, con su cuñada, hermana de la difunta Isabel. Con María sí tuvo Manuel descendencia, un total de diez hijos.

Sin embargo, María murió en 1517, dejando nuevamente viudo a Manuel. Esta vez Manuel consiguió preservar los lazos con el trono español concertando matrimonio con Leonor de Austria, nieta de los Reyes Católicos al ser la primogénita de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, y sobrina de sus dos esposas anteriores. No es de extrañar entonces que Leonor tuviera sólo veinte años y él casi cincuenta cuando se casaron poco más de un año después de la muerte de María. Pero esta última vez fue Manuel quien murió antes, dejando viuda a su esposa luego de tres años y medio de casados.

Lo cierto es que, en lo personal, a Manuel pudiéramos considerarlo desafortunado más bien por haber enviudado dos veces.1 Pero aun en eso pudiéramos considerarlo afortunado por no tener que acostumbrarse a una nueva familia de suegros la segunda y tercera vez que se casó...  si es que los famosos Reyes Católicos realmente fueron buenos suegros.

Es que, si bien Jesucristo no nos dio más que ocho bienaventuranzas, una novena bien pudo haber sido: «Afortunados los que tienen buenos suegros.» Pues en ellos se cumple doblemente el proverbio de Salomón que dice: «Encontrar esposa es encontrar lo mejor: es recibir una muestra del favor de Dios.»2


1 Manuel J. Prieto, «La endogamia en los matrimonios reales», CUR¡STOR!A: Curiosidades y anécdotas históricas <https://www.curistoria.com/2020/01/la-endogamia-en-los-matrimonios-reales.html> En línea 18 agosto 2020.
2 Pr 18:22 (DHH)
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