El sobrenombre de la pandemia de 1918

27 dic 2021

(Día Internacional de la Preparación ante las Epidemias)

«Cuando surge una nueva amenaza a la vida, la primera y más apremiante preocupación es nombrarla”, afirma la periodista científica Laura Spinney en su libro Jinete Pálido: La gripe española de 1918 y cómo cambió al mundo, publicado en el centenario de aquella letal pandemia—. Es muy difícil hablar de algo que no tiene un nombre, y aún más difícil combatirlo —explicó Spinney en una entrevista que le concedió a Radio 4 de la BBC—. Una vez que le has puesto un nombre puedes hablar acerca del mismo, considerar posibles soluciones, adoptar o rechazar esas soluciones, transmitir un mensaje de salud pública y pedir que la gente lo cumpla. Creo que no hay nada más atemorizante que algo que no tiene un nombre y no sabes lo que es», agregó.

Sin embargo, es muy estigmatizante y contraproducente seguir la forma tradicional de ponerle a una enfermedad el nombre del país donde presuntamente surgió. Eso puede tener consecuencias devastadoras para la economía de ese país, causando que se cierren las fronteras y se cancelen los vuelos a ese destino.

Para colmo de males, ha habido ocasiones en que a una enfermedad infecciosa las autoridades, aun antes de conocer todos sus síntomas y efectos, se han apresurado a darle un nombre que ha resultado erróneo o confuso, llegando a ser culpables de un gran perjuicio injusto. A fin de evitar semejantes errores de juicio y de perjuicio, en 2015 la Organización Mundial de la Salud formuló nuevas reglas para nombrar enfermedades.

El caso más conocido de una enfermedad incorrectamente nombrada fue precisamente el que llevó a Spinney a escribir su libro. A aquella pandemia que llegó a ser el peor brote de influenza de la historia, que cobró la vida de más de cincuenta millones de personas en todo el mundo entre 1918 y 1920, pasado ya más de un siglo no hemos dejado de llamarla gripe española. Y sin embargo «la enfermedad no tenía nada en particular de español— afirmó Spinney—. Afectó a España, pero no surgió en España. Creemos que probablemente se haya originado en Estados Unidos, aunque no lo sabemos con certeza.

»Se le puso el nombre de gripe española porque España permaneció neutral durante la Primera Guerra Mundial y no censuraba a sus diarios, como sí lo hacían Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y las naciones en guerra, que prohibieron que se informara sobre la gripe para no bajar la moral de la población. Así que, cuando los españoles empezaron a reportar los primeros casos que surgieron en Madrid, que ocurrieron varios meses después de los primeros casos en los Estados Unidos de América... al resto del mundo le pareció que la enfermedad había surgido en Madrid, y la llamaron la gripe española», concluyó Spinney.1

Así como podemos equivocarnos en cuanto al nombre que le ponemos a un virus físico, también podemos equivocarnos en cuanto al nombre que le ponemos al virus espiritual que es el pecado. El peor error que podemos cometer es llamarlo «nada» o «poca cosa», siendo que San Pablo nos advierte que todos padecemos de ese virus, y que es una enfermedad mortal. Confesémosle más bien a Dios nuestro pecado para que nos lo perdone y podamos así recibir no sólo el perdón sino también la vida eterna.2


1 «Gripe española, gripe porcina, influenza H1N1... ¿de dónde vienen los nombres de las enfermedades?», BBC News Mundo, 21 octubre 2018 <https://www.bbc.com/mundo/noticias-45909535> En línea 11 julio 2021; Patricia R. Blanco, «La injustamente apodada “gripe española de 1918”», Diario El País, Madrid, 31 marzo 2020 <https://elpais.com/elpais/2020/03/29/hechos/1585471712_168131.html> En línea 11 julio 2021.
2 Ro 3:23; 6:23; 1Jn 1:9
Este Mensaje me ayudó Envíenme información Deseo una relación con Cristo