«Los niños te imitan»

20 nov 2019

«Desde 1940 se venía hablando de que la ciudad [de Cúcuta, Colombia,] debía levantarle una estatua al Libertador —escribe Gustavo Gómez Ardila, miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander y de la Sociedad Bolivariana de San José de Cúcuta en su obra titulada Cúcuta para reírla (Escenas de su historia)—. Las autoridades destinaron, entonces, para tal fin, la plazuela... conocida como el parque de la Bola... pero oficialmente llamada Plazuela del Libertador.

»El presidente Eduardo Santos vino, ese año (1940), a poner la primera piedra. Pero no hubo segunda piedra, ni tercera, ni cuarta, ni monumento, ni estatua, ni nada. ¡Qué piedra!...

»[Cuatro décadas después,] alguien dijo que Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, con un nombre tan largo y tanta gloria encima, merecía para su estatua un sitio más amplio.... Por fortuna existía el parque Bolívar, en el barrio Colsag, que llenaba las especificaciones requeridas: amplio, sombreado, con jardines y lejos del centro para que no se llenara de vendedores ambulantes, ni de culebreros ni de estatuas humanas.... El trabajo [de la estatua ecuestre] se lo encargaron al escultor Martín Toledo [de la hermana República de Venezuela] que, en Caracas, hizo jinete y caballo.

»Por fin, el 28 de febrero de 1982 Cúcuta tuvo estatua del Padre de la Patria....

»Los que miran con detenimiento a Bolívar a caballo deben recordar aquel poema de María Mercedes Carranza:1

Allí, sentado, de pie, 
a caballo, en bronce, en mármol, 
llovido por las gracias de las palomas 
y llovido también por la lluvia, 
en cada pueblo, en toda plaza, 
cabildo y alcaldía estás tú. 
Marchas militares con coroneles 
que llevan y traen flores. 
Discursos, poemas, 
y en tus retratos el porte de un general 
que, más que charreteras, lucías un callo en cada nalga 
de tanto cabalgar por estas tierras.... 
Los niños te imitan
con el caballo de madera y la espada de mentira.... 
Te han vuelto estatua, 
medalla, estampilla
y hasta billete de banco.»2

En realidad, no exagera la autora bogotana María Mercedes Carranza, en este poema suyo titulado «De Boyacá en los campos», al dar a entender que se han erigido un asombroso número de estatuas de Bolívar en las ciudades y los parques de una nación tras otra. Eso lo hemos constatado quienes hemos tenido la oportunidad de viajar a lo largo y ancho de Iberoamérica. De modo que no debiera asombrarnos que se pensara que hacía falta una estatua más en Cúcuta, donde en 1813 el Libertador venció las tropas invasoras españolas. Tampoco debiera extrañarnos que, con esa multitud de estatuas, bustos y monumentos de su figura heroica, Carranza haga hincapié en que los niños lo imitan.

Quiera Dios que, así como muchos imitamos de niños al Padre de la Patria, que obviamente no era perfecto, nos empeñemos en imitar, con mayor razón, al Padre del cielo. Pues nuestro Padre celestial sí es perfecto, así como es perfecto el amor con que nos ama como hijos suyos.3


1 Gustavo Gómez Ardila, Cúcuta para reírla (Escenas de su historia), «Un callo en cada nalga» <https://www.cucutanuestra.com/temas/libros_nortesantandereanos/ cucuta_para_reirla/capitulo9.htm> En línea 22 mayo 2019.
2 María Mercedes Carranza, «De Boyacá en los campos», citado por Gómez Ardila.
3 Mt 5:48; Ef 5:1
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