|
|||||||||
(Último domingo de julio: Día del Padre en la República Dominicana) Apenas cumplidos los dieciocho años fue elegido presidente de la sociedad de Amigos del País, y a los veinte fue nombrado archivista del Congreso Nacional. Un año después se hizo cargo interinamente de la Gaceta Oficial, a los dos años se graduó como Licenciado en Derecho, y al año siguiente fundó y dirigió el periódico El Maestro. Recién cumplidos los veintiocho, fue investido con el título de Licenciado en Medicina y Cirugía en su país de origen, y cuatro años más tarde recibió el diploma como Doctor en Medicina y Cirugía de la Facultad de París, Francia, por lo que, luego de otros cuatro años, fue nombrado catedrático de Medicina del Instituto Profesional en su ciudad natal. Dispuesto a prestar sus servicios a su país también en el ámbito político, poco antes de cumplir los cuarenta y un años fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores, y dos años después, Ministro de Correos y Telégrafos. Debido a sus dotes diplomáticas, a los seis años su gobierno lo nombró Juez de la Corte Permanente de Arbitraje establecida en [La] Haya, Holanda, tres años más tarde lo designó como Ministro Plenipotenciario en Haití, y veintiún años después lo nombró Ministro Plenipotenciario en Francia, Italia, Bélgica y Suiza. Pero antes de ese último cargo diplomático alcanzó la cima de su vida profesional y política, habiendo cumplido los cincuenta y siete años, al ser elegido Presidente de la República Dominicana. Se trata del doctor Francisco Henríquez y Carvajal, a quien su hijo Max Henríquez Ureña resalta y reseña en su obra titulada Mi padre: Perfil biográfico de Francisco Henríquez y Carvajal, publicada en 1988 por la Comisión Permanente de la Feria Nacional del Libro en Santo Domingo. «Francisco Henríquez y Carvajal... tuvo dos grandes preocupaciones en su fecunda vida: su pueblo y su familia —afirma el doctor Raymundo Amaro Guzmán como Presidente de la Comisión—. Fiel amante de su familia, abnegado y amoroso padre, vivió intensamente para sus hijos, preocupado por su educación. La salud física y la preparación intelectual de los mismos fueron una constante en su vida.... A la hora de su muerte, en el año 1935, tuvo la satisfacción de ver coronados sus empeños: sus hijos mayores Pedro, Max y Camila ya eran descollantes figuras continentales.»1 Tiene toda la razón el doctor Amaro Guzmán. La corona de los empeños de Francisco Henríquez y Carvajal no fueron sus títulos académicos ni sus logros profesionales y políticos sino sus hijos. Pues tal como lo afirma el sabio Salomón: Los hijos representan un regalo de Dios, |
|||||||||
|
|||||||||