26 ene 2023

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El pez a los ojos del tiburón
por Carlos Rey

(Día Internacional del Pescador)

Durante un experimento de investigación, una bióloga marina metió un tiburón en un gran tanque de agua, y luego metió en el tanque varios pececitos. Como era de esperarse, el tiburón atacó a esos peces y se los comió.

La bióloga marina metió entonces en el tanque una resistente tabla de fibra de vidrio transparente, con la que creó dos particiones separadas dentro del agua, y metió el tiburón en uno de los lados de la fibra de vidrio y un nuevo grupo de pececitos en el otro. El tiburón atacó de nuevo, pero esta vez chocó y rebotó contra la tabla. Empecinado, el tiburón no dejó de embestir la barrera cada tantos minutos, siempre en vano. Mientras tanto, los pececitos nadaron en la otra partición sin sufrir daño alguno. Al cabo de una hora del experimento, el tiburón se dio por vencido.

Durante las siguientes semanas, la bióloga repitió el experimento decenas de veces. El tiburón se volvía cada vez menos agresivo y hacía menos intentos de atacar a los pececitos, hasta que por fin se cansó de chocar contra la barrera de fibra de vidrio y dejó por completo de atacar.

La bióloga marina sacó entonces del tanque la tabla de fibra de vidrio, pero aquel feroz depredador marino no volvió a atacar. El entrenamiento al que había sido sometido el tiburón lo había convencido a tal grado de que había una barrera inamovible entre él y su presa, que los pececitos pudieron nadar donde quisieran, sin correr ningún riesgo.1

Esta bien pudiera ser una de las mejores lecciones que se nos queden grabadas acerca de la importancia de no dejar que los obstáculos, contratiempos y fracasos limiten ni determinen nuestros esfuerzos, proyectos o logros, ni dejar de esforzarnos por alcanzar las metas que nos hemos propuesto. Aprendamos más bien de nuestras experiencias pasadas, tanto las buenas como las malas. Lo malo que nos ha sucedido en el pasado no va necesariamente a repetirse en el futuro. Pero si llega a repetirse, no nos demos por vencidos, afrontándolo como lo hizo el tiburón en el experimento. Encarémoslo más bien como nos animó a hacerlo el Hermano Pablo hace muchos años, al acatar este dicho, que era uno de sus favoritos: «La única vez que no puedo darme el lujo de fracasar es la última vez que haga el intento.» Porque lo cierto es que el fracaso sólo se da si nos damos por vencidos.

Consideremos otras opciones y posibilidades, otros enfoques y mecanismos, para resolver los problemas y vencer los obstáculos que enfrentemos. Valgámonos de las lecciones aprendidas a fin de no tener que volver a comenzar sin ese valioso caudal de experiencias adquiridas. Y para completar, llevemos todo esto a la práctica determinando ser como el justo, y no como el malvado, del número 27 de «Los treinta dichos de los sabios» del libro de Proverbios: «Porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará», afirma el dicho. En otras palabras: «No importa cuántas veces caiga, siempre se levantará. En cambio, el malvado cae y no vuelve a levantarse.»2


1 «The Shark and Fish Experiment — A Mindset Story [El experimento del tiburón y de los peces: Una historia sobre la actitud]», 24 febrero 2019 <https://purposefocuscommitment.medium.com/ the-shark-and-fish-experiment-a-mindset-story-878326e621a0> En línea 13 agosto 2022.
2 Pr 24:16 (NVI y TLA)