19 mar 2021

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de nuestro puño y letra
Sólo por ser judío
por Carlos Rey

(Antevíspera del Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial)

«Tenía catorce años. Cursaba el cuarto de secundaria, y una [tarde]... salí del Liceo de Ñuñoa... [e] iba a cruzar la calle... cuando varios muchachos más grandes, de último curso, hicieron un círculo a mi alrededor y empezaron a hostilizarme —cuenta Mario Kreutzberger, el popular conductor de Sábado Gigante en su autobiografía titulada Don Francisco entre la espada y la TV—. Primero me hacían burlas. “A ver, poco hombre, defiéndete”, y me daban un bofetón en la boca.... A golpes y empujones me fui al suelo. Sentí un azote de patadas en todo el cuerpo....

»—¿Así que eres judío? Ya vas a ver —me gritó [uno], mientras sentí que me arrancaban el cabello.

»... Entendí de qué podría tratarse el asunto. La Segunda Guerra Mundial había terminado, pero quedaban dispersos algunos grupos juveniles pronazis....

»... Un rato después, los rufianes se alejaron entre burlas y carcajadas... [y] quedé solo.... De la nariz me brotaba la sangre a borbotones.... ¿Qué mundo era este? ... Me pegaron entre varios, no pude defenderme y nadie salió en mi defensa.

»... Nada dije a mis padres.... Toda la semana [siguiente] salí en las mañanas [hacia el colegio, pero no asistí a clases].... Hasta que un día... me encontré cara a cara con el rector del colegio....

»—Ven —me dijo—. Conversemos. Sé que tuviste un problema con algunos alumnos mayores. ¿Sabes por qué no he venido a hablar con tus padres? Porque... eres tú quien tiene que tomar la decisión de sobreponerse a una dificultad de este calibre.... Sé que es injusto lo que te hicieron esos muchachos. Pero quiero que sepas que yo te apoyo. Si quieres salir adelante, lo vas a lograr y yo te puedo ayudar....

»... A la mañana siguiente... me levanté con bríos y... fui a clases.... Decidí sobreponerme, y mi personalidad dejó de ser opaca. Empecé a responder cuanta broma me hacían. Contaba chistes que a todos les parecían divertidos, y reían....

»... Al poco tiempo [era] un líder del curso.... Me había convertido... en el cómico que a todos hacía reír con mil chistes y bromas.... Me eligieron presidente del curso y, al año siguiente, presidente de todos los alumnos del colegio.... Comencé a actuar en parodias humorísticas sobre el escenario, con muy buen resultado. [Y] al final del año... fui designado Mejor Compañero.

»De ahí en adelante todo cambió para mí.... En todos estos años de carrera en la televisión he entrevistado o al menos intercambiado frases con unas cien mil personas... confirmando que... debajo de la piel somos todos iguales....

»... En nuestro espacio del “Clan Infantil”, [un niño de ocho años,] motivado por una carta de otro chico en la cual afirmaba que los negros no son iguales a los blancos, [dijo]: “Déjalo sin piel, sácale todo, y vas a ver que por dentro es igual a ti, que la sangre es del mismo color.”»1

Gracias a Dios, las palabras de ese niño ingenioso, además de reconfirmar las de Don Francisco, reafirman las siguientes palabras de San Pablo: «Así que no importa si [ustedes] son judíos o no lo son, si son esclavos o libres, o si son hombres o mujeres. Si están unidos a Jesucristo, todos son iguales.»2


1 Mario Kreutzberger Blumenfeld, Don Francisco entre la espada y la TV (México, D.F.: Editorial Grijalbo, 2001), pp. 95-98,207-08.
2 Gá 3:28 (TLA)