24 feb 2021

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de nuestro puño y letra
«El Monstruo» de Viña del Mar
por Carlos Rey

El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra «monstruo», entre otras acepciones, como «una persona muy cruel... que en cualquier actividad excede en mucho las cualidades y aptitudes comunes». Es precisamente en ese sentido que se aplica al nombre que se le ha dado al exigente público que asiste cada año al Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar. Se debe a que los asistentes, en cada jornada del evento que se celebra en Chile durante la última semana de febrero, ejercen tal vez más poder que los de cualquier otro público del mundo. Por una parte, presionan con insistencia a los presentadores para que alarguen las intervenciones de los artistas que juzgan como los mejores, y por otra, interrumpen con chiflidos a cantantes y humoristas que no son de su agrado, y los abuchean al extremo de que se ven obligados a abandonar el escenario sin poder terminar su presentación. En tales casos, la noticia que se publica al día siguiente es que «el Monstruo se devoró al artista».

No es de extrañar, entonces, que semejante fama contribuya a que las personas que colman las graderías noche tras noche se mantengan a la expectativa y aprovechen la más mínima oportunidad para mostrar su intolerancia. Por lo general, son los humoristas a quienes más rechiflan, algunas veces por no hacer reír a nadie, y otras veces por la mala suerte de tener que intervenir entre uno y otro de los cantantes o grupos musicales más populares. Pero ni aun éstos están exentos de las pifias del inclemente público. Una de sus víctimas más famosas fue su propio ídolo del bolero, Lucho Gatica, en la edición de 1992.1

En realidad, es probable que el rugido de este «Monstruo» de Viña del Mar no sería tan poderoso si no fuera porque el festival se realiza de noche en el anfiteatro de la Quinta Vergara, situado en la cima de un pequeño cerro. El nivel de acústica desde las elevadas gradas hasta el amplio escenario del anfiteatro es tal que puede oírse hasta el abucheo de una sola persona. Y por si eso fuera poco, la gran elevación de las graderías con relación a la parte baja hace que el público parezca una enorme muchedumbre de críticos que se precipitan sobre el escenario, simulando un coliseo con una capacidad superior a los catorce mil espectadores.2

Gracias a Dios, hay una poderosa audiencia en la elevada tribuna del cielo capaz de contrarrestar toda pifia, rechifla, crítica o burla que se vocifere a cualquiera en este mundo, ya sea o no famoso o popular, y sea en público o en privado o aun por escrito. Es que esa audiencia, que la Biblia describe como «una enorme multitud de testigos», se dedica más bien a vitorearnos y colmarnos con expresiones de aliento. «¡Ánimo, compañero! ¡Adelante con valor, hermana!», nos gritan. Por eso se nos estimula a que dejemos de pecar, pero no dejemos de perseverar en nuestra carrera espiritual. Y se nos aconseja que fijemos la mirada en Jesucristo, quien nos ve desde el palco real, donde está sentado a la derecha del trono de Dios, y consideremos cómo perseveró Él frente a la gran hostilidad que le tocó soportar por parte de los pecadores, para que no nos cansemos ni nos demos por vencidos.3


1 Wikiwand, s.v. «El Monstruo» <https://www.wikiwand.com/es/El_Monstruo> En línea 2 septiembre 2020; Denisse Charpentier, «Los artistas más pifiados en la historia del Festival de Viña del Mar», BioBioChile, 26 febrero 2015 <https://www.biobiochile.cl/noticias/2013/02/24/ los-artistas-mas-pifiados-en-la-historia-del-festival-de-vina-del-mar.shtml> En línea 3 septiembre 2020.
2 Wikiwand, s.v. «El Monstruo»; Viña del Mar Convention Bureau, «Anfiteatro Quinta Vergara» <http://www.vdmcb.cl/espacio/anfiteatro-quinta-vergara> En línea 3 septiembre 2020.
3 Heb 12:1-3