18 feb 2021

imprimir
«Me gusta la música electrónica»
por Carlos Rey

En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:

«Me gusta la música electrónica, y [considero que está bien] porque no contiene palabras sucias como [en otros géneros musicales].... [¿Estaré equivocado?]»

Este es el consejo que le dio mi esposa:

«Estimado amigo:

»... Tal como usted señala, la letra de algunos géneros musicales es sucia o vulgar. Esas palabras conforman asociaciones en nuestro cerebro. Los que las cantan, o las escuchan repetidamente, abren el cerebro a los pensamientos y sentimientos asociados. En lugar de pensar en cosas buenas y puras, como nos enseñó el apóstol Pablo,1 piensan más bien en cosas negativas tales como la violencia, el adulterio y aun el suicidio. Esos pensamientos afectan su cerebro y determinan su futura identidad.

»Es muy diferente cuando no hay palabras asociadas a las notas musicales. Una nota musical, por sí sola, no puede considerarse ofensiva. Ya sea que se toque en un piano, un violín, una guitarra o un sintetizador, no es más que una nota. La nota puede formar parte de una canción o de una partitura musical, en la que cada instrumento o dispositivo digital que la toca suena un poco diferente, pero no deja de ser una nota. Sin embargo, cuando la nota se combina con otras notas, es posible que ese sonido sea más significativo para las personas que lo escuchan, dependiendo de las experiencias que hayan tenido en el pasado.

»Cuando yo era niña, mis padres me llevaban a los bares. La música que se tocaba en los bares siempre era del mismo género. Eso quiere decir que las notas de cada canción estaban conformadas de un modo y con un ritmo parecidos. Hoy no recuerdo las palabras, pero cuando oigo las notas conformadas de ese modo, u oigo ese ritmo, mi cerebro se remonta de inmediato a esas largas noches en los bares....

»Cada uno de nosotros ha tenido una experiencia diferente, y suele haber música asociada con ella. Cuando mi mamá bebía en casa, ella escuchaba con frecuencia a cantantes invitados en los programas de televisión de ciertas iglesias. A ella le encantaba cantar junto con ellos las canciones acerca del cielo. Completamente ebria, sumida en la melancolía, ella deseaba escuchar aquella música con matices de esperanza. Para mí, esa música era sólo un recuerdo más de sus borracheras. En vez de infundirme esperanza, me hacía sentir cada vez más desesperada.

»Las diversas culturas de nuestro mundo tienen sus propios estilos musicales y sus propios instrumentos o dispositivos para crearlos. Así como no podemos imponer nuestras preferencias musicales en esas culturas, tampoco debemos imponer nuestras experiencias y asociaciones musicales en otras personas de nuestra propia cultura.»

Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 631.


1 Fil 4:8