14 sep 2018

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de nuestro puño y letra
«Defendiendo tu santa bandera»
por Carlos Rey

(Víspera de la Independencia de Honduras)

Desde su separación de la antigua Federación Centroamericana en 1838, la República de Honduras carecía de un Himno Nacional oficial. Por eso, en 1904, el presidente, general Manuel Bonilla, invitó a un grupo de escritores hondureños a que presentaran propuestas para la letra del himno. La que resultó favorecida fue la del poeta tegucigalpense Augusto Constancio Coello Estévez, de sólo veintiún años de edad. Al maestro de origen alemán, Carlos Hartling, director de la Banda de los Supremos Poderes, que había llegado a Honduras en 1896 contratado por el gobierno del presidente Policarpo Bonilla, le tocó la suerte de componerle la música y hacerle el arreglo respectivo.

Pero no fue sino hasta el 13 de noviembre de 1915, luego del fallido intento de reemplazarlo con la letra y la música de un himno diferente mediante un concurso convocado en 1910 y clausurado en 1912, que el gobierno del presidente Alberto Membreño adoptó oficialmente la composición de Coello y Hartling como el Himno Nacional de Honduras.1

He aquí el coro y la séptima estrofa como se cantan en la actualidad:

//Tu bandera// es un lampo de cielo
//por un bloque// de nieve cruzado;
y se ven en su fondo sagrado
cinco estrellas de pálido azul;
en tu emblema, que un mar rumoroso
con sus ondas bravías escuda
//de un volcán,// tras la cima desnuda,
//hay un astro// de nítida luz.

Por guardar ese emblema divino
marcharemos, ¡oh patria!, a la muerte;
generosa será nuestra suerte
si morimos pensando en tu amor.
Defendiendo tu santa bandera,
y en sus pliegues gloriosos cubiertos,
serán muchos, Honduras, tus muertos,
¡pero todos caerán con honor!

No queda duda alguna de la devoción que el pueblo hondureño siente por su «santa bandera» patria, «emblema divino» que no sólo sus próceres sino cada patriota, por lo mucho que la ama, debe estar dispuesto a defender hasta la muerte. Con ese nivel de lealtad de parte de sus ciudadanos, Honduras se asegura una «generosa suerte» a escala nacional. Gracias a Dios, para asegurarse un dichoso porvenir espiritual a título personal, basta con que cada hondureño manifieste verdadera devoción por Él como hizo Moisés, el libertador de Israel, edificando un altar en su corazón que diga: «¡El Señor es mi bandera!»2


1 Francisco Arístides Medina M., Cuestionario cívico del Himno Nacional de Honduras (Tegucigalpa: Ediciones Culturales FAMA)  <http://www.scribd.com/doc/6074314/ Cuestionario‑Civico‑Del‑Himno‑Nacional‑de‑Honduras> En línea 11 junio 2009; Roberto Ramón Reyes Mazzoni, «Antecedentes del Himno Nacional», La Tribuna, 7 octubre 2007 <http://www.latribuna.hn/news/171/ARTICLE/19005/2007‑10‑07.html> En línea 12 junio 2009; José Dolores González, «Así nació nuestro Himno Nacional», La Tribuna, 18 noviembre 2007 <http://www.latribuna.hn/news/171/ARTICLE/21625/2007‑11‑18.html> En línea 12 junio 2009; <http://www.honduraseducacional.com/Leyes/decretos.htm> En linea 12 mayo 2009; <http://www.portalperiodico.com.ar/honduras.htm> En línea 12 mayo 2009; Gaspar Sanz y Tovar, «La federación centroamericana», diciembre 1950 <http://www.cepc.es/rap/Publicaciones/Revistas/13/RPI_005_118.pdf> En línea 12 junio 2009.
2 Éx 17:15 (DHH)