4 oct 2018

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«Por la infidelidad de mi padrastro»
por Carlos Rey

En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:

«Desde mi niñez, mi madre y mi padrastro no han dejado de pelear. Sus discusiones son por la infidelidad de mi padrastro....  Mi madre es muy celosa porque lo ha encontrado hablando con muchas mujeres. Desde ahí mi madre siempre piensa que le está siendo infiel. Ellos se casaron hace dos años. Estoy desesperada. ¿Me puede dar un consejo? ¿Qué puedo hacer por ellos?»

Este es el consejo que le dio mi esposa:

«Estimada amiga:

»¡Cuánto sentimos que sea tan negativo el ambiente que tiene que soportar en su hogar!

»... Dios diseñó el matrimonio con varios propósitos en mente. Uno de esos propósitos era que un hombre y una mujer pudieran proveer un ambiente seguro para la crianza de los niños. Pero para usted y para mí, como también para millones de otras personas en el mundo, el hogar no llegó a ser un lugar seguro ni estable. Desacuerdos y discordia entre personas, entre grupos y entre naciones han causado que millones de niños crezcan sin la crianza y la seguridad que más les conviene para su desarrollo emocional.

»Las guerras, el terrorismo, la falta de vivienda, la pobreza y la enfermedad mental son apenas unas cuantas razones por las que hay niños que carecen de la seguridad de un hogar. Otros niños son víctimas del egoísmo, de la infidelidad, de los celos y del consumo de sustancias adictivas de parte de las personas mismas que debieran estar protegiéndolos y criándolos. Nuestras decisiones como seres humanos ayudarán o perjudicarán a quienes nos rodean, al igual que nuestras decisiones como grupos étnicos y sociedades ayudarán o perjudicarán a la población del mundo.

»No es Dios quien causa la guerra, ni el egoísmo ni ninguno de los otros factores que pueden privar de un hogar estable a un niño. A Dios lo podemos culpar de una sola cosa: Él es culpable de darnos a cada uno la libertad de decidir cómo hemos de ayudar o perjudicar a los que amamos y a todos los demás que serán afectados por lo que hacemos.

»El apóstol Pablo enseñó que no debemos valernos de nuestra libertad para hacer cualquier cosa que deseemos, sino que tengamos presente cómo nuestras decisiones afectarán a los demás.1 Cuando pensamos sólo en nosotros mismos, las consecuencias de nuestras acciones casi siempre son perjudiciales.

»Los Casos 188 y 358 en www.conciencia.net son de personas que, lamentablemente, han pasado por experiencias casi idénticas a la suya. En esos casos encontrará algunas sugerencias para saber cómo afrontar la situación difícil en que usted se encuentra.»

Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 511.


1 Gá 5:13