|
||||||||||
¡Qué tiernos y tristes estos versos del poeta costumbrista Daniel Laínez!, que nació y vivió en Tegucigalpa, Honduras en la primera mitad del siglo veinte. Con razón que se hayan publicado en la obra titulada 100 Poesías famosas del mundo y Honduras. Tal vez muchos no sepan que la Biblia es la fuente de inspiración del doliente que en el poema de Laínez se refiere a su «madrecita» como quien ahora «duerme para siempre». El referirse a la muerte como el dormir es más que un eufemismo. Es la verdad bíblica de que para los que «duermen en Cristo» hay tres consecuencias sobrenaturales. La primera consecuencia es el ver a Dios. Antes de «dormirse», el mártir Esteban «fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios».2 La segunda consecuencia de los que mueren siendo seguidores de Jesucristo es el reunirse con familiares que los antecedieron, tal como supone el rey David.3 Y la tercera consecuencia es el reunirse con sus familiares y amigos que los seguirán en el futuro, cuando les toque el turno a ellos.4 Es posible que en lo personal el poeta Laínez haya llegado a tener que decir: «Ahora ya es tarde» con relación no sólo a la muerte de su madre sino también a la de su única hermana, «su querida hermanita». Porque así es la vida. Pero ya sea que Laínez mismo haya o no haya tenido que afrontar esa dura realidad, lo cierto es que tarde o temprano muchos de nosotros sí tendremos que experimentarla, como le tocó a este servidor. De modo que si «ahora ya es tarde» para que los doctores de este mundo traten de evitar con sus medicinas que muera un ser querido nuestro, conste que si ese ser querido «duerme» siendo seguidor de Jesucristo, no dormirá para siempre sino que despertará y, como dice el salmista David en el famoso Salmo 23, en la casa del Señor vivirá para siempre.5 |
||||||||||
|