31 oct 08

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«El verdadero amor espera»
por el Hermano Pablo

Fueron cien mil promesas. Cien mil pares de manos que se levantaron en alto. Cien mil corazones que latieron más apresurados que nunca. Cien mil jóvenes que en compromiso sincero firmaron tarjetas confirmando un contrato.

Se trataba de cien mil adolescentes de la Asociación de los Bautistas del Sur en Estados Unidos que en emotiva decisión unánime prometieron conservar la castidad y virginidad hasta el día en que se casaran. Lo hicieron en una gran convención, en Orlando, Florida, Estados Unidos un día martes 14 de junio.

Fue una decisión juvenil digna de mencionarse y alabarse. Cien mil adolescentes, entre los trece y dieciocho años de edad, prometieron públicamente, ante Dios y miles de testigos, no tener relaciones sexuales sino hasta el día feliz en que se unieran a su cónyuge en los santos lazos del matrimonio, fuera cuando fuera.

Representó una reacción al libertinaje sexual que comenzó en las décadas de los años sesenta y setenta del siglo veinte, y que ha corrompido cuerpo, alma y espíritu de millones de jóvenes. Ese fue el libertinaje sexual que desencadenó una epidemia de enfermedades venéreas, embarazos indeseados y abortos a gran escala, con el corolario de la terrible y mortal enfermedad del SIDA.

En la tradición de la iglesia existe la fiesta de «Las once mil vírgenes». Es una fiesta que rememora las vírgenes antiguas, que bajo el imperio de los césares romanos prefirieron el martirio antes que perder la virginidad.

Ahora tenemos, en la actualidad, cien mil jóvenes que prometen, ante Dios y ante miles de testigos, mantenerse puros hasta los esponsales. Ya era hora que así sucediera, porque los médicos, los psicólogos, los sociólogos, los educadores y los moralistas afirman que «la abstinencia sexual es el único remedio seguro contra la contaminación del SIDA».

La convicción de esos jóvenes en la flor de la adolescencia es tal que es probable que mantengan firme su promesa. Y es de esperarse también que jóvenes de todas las iglesias cristianas sigan su ejemplo, y ya no sean cien mil sino un millón los jóvenes que digan: «El verdadero amor espera.»

Ese fue el lema de una cruzada juvenil en la ciudad de Nashville, Tennessee, cuando cincuenta y nueve jóvenes firmaron la misma tarjeta e hicieron la misma promesa. De cincuenta y nueve pioneros, el número ha crecido a mucho más de cien mil.

Sólo Jesucristo puede inspirar tales decisiones y conceder la fuerza moral para sostenerlas. Porque cuando Cristo cambia nuestro corazón, cambia también nuestro comportamiento. Recibámoslo hoy como nuestro Señor y nuestro Dios.