6 jun 2023

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de nuestro puño y letra
La relación entre Felipe IV y Diego Velázquez
por Carlos Rey

(Natalicio de Diego Velázquez)

En 1623 Felipe IV, rey de España, quiso que Diego Velázquez lo retratara, así que mandó llamar al pintor español. El retrato que hizo Velázquez agradó a tal grado a Su Majestad, a los infantes y al Conde-Duque que lo había llamado que éste «afirmó no haberse retratado al Rey hasta entonces», es decir, que los del reinado anterior no lo habían pintado con semejante dignidad. Así que el joven monarca, sólo seis años menor que Velázquez, le ordenó que trasladara su domicilio a Madrid y lo nombró Pintor de Cámara.

Bien pudiéramos pensar que, obtenido el título de Pintor de Cámara, ya no le quedaba a Velázquez nada más por desear ni ningún ascenso por conseguir. Pero, de pensar así, estaríamos muy equivocados debido a nuestra ignorancia de lo compleja que era la administración del palacio y lo distintas que eran las actitudes sociales de la época —explica el historiador español de arte Julián Gállego—. Entre otras cosas, ¡la profesión de pintor se consideraba un trabajo manual, por lo que se tenía en la misma estima que la profesión de barbero!

Con los años, Velázquez llegaría a ser Ayuda de Cámara y Superintendente de Obras, y casi en vísperas de su muerte, Aposentador Mayor de Palacio. De modo que murió siendo el que tenía la responsabilidad de hacer los arreglos para los alojamientos del Rey durante sus viajes —un trabajo muy pesado—, además de tener que desempeñar absorbentes tareas que, en la actualidad, muchos consideran insignificantes, tales como poner y quitar las esteras que servían de alfombras en las habitaciones de palacio.1

Se cree que, cuando murió Velázquez, apenas cien personas en Madrid lo conocerían como pintor, a pesar de que ya había cumplido los sesenta y un años —una edad considerada algo avanzada en esos tiempos—, y de que llegó a ser considerado póstumamente por muchos como el mejor pintor español de todos los tiempos.

No cabe duda de que Felipe IV habría de lamentar quedarse sin pintor —concluye el profesor Gállego—, pero no lo visitó durante su agonía en el lecho de muerte ni asistió al entierro, «oscuro y modesto en época de catafalcos», como tampoco asistió ningún otro miembro de la familia real. ¡Y eso que Felipe había influido personalmente en que Velázquez alcanzara la nobleza como Caballero de Santiago, y que se trataba del pintor que más había contribuido a la gloria de su nefasto reinado!

«¿Qué hubiera sido de la escuela de Madrid sin Velázquez?», pregunta retóricamente el doctor Gállego.2 A lo que podemos replicar nosotros: ¿Qué sería de la escuela nuestra sin Jesucristo, nuestro Pintor Maestro? Y sin embargo Cristo, siendo el Hijo de Dios, se despojó de su grandeza voluntariamente, asumió la condición de siervo al hacerse semejante a nosotros, y nos enseñó, mediante su ejemplo, cómo alcanzar la real nobleza y la verdadera grandeza.3 ¡Quiera Dios que permitamos que imprima en nosotros esa estampa de suprema humildad tanto al servicio suyo como al servicio de nuestros semejantes!


1 Julián Gállego, Velázquez, Alianza Cien (Madrid, Alianza Editorial, 1994), pp. 26,27-29,34,61,62; Tomás Bartolomé, «Arte. Velázquez. Manet lo calificó como “pintor de pintores”», Tomás Bartolomé: Pintor y blogger, enero 2014 <https://www.tomasbartolome.com/ pintura-velazquez-manet-lo-califico-como-el-pintor-de-pintores-y-el-mas-grande-pintor-que-jamas-ha-existido> En línea 23 noviembre 2022.
2 Gállego, pp. 27,34,61-62.
3 Mt 20:25-28; Mr 9:35; 10:42-45; Lc 22:27; Jn 13:1-15; Fil 2:3-11; 1P 4:10