9 abr 2020

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de nuestro puño y letra
¿Quién podrá negarle el corazón?
por Carlos Rey

Con buena razón se ha dicho acerca de las Rimas sacras, como las siguientes del poeta español Lope de Vega, que «contienen, sin disputa, algunos de los más bellos y emocionantes sonetos religiosos de la poesía española»1:

... El puro y manso Jesús,
que el Bautista en el Jordán
llamó Cordero de Dios,
se quiere sacrificar.
. . . . . . . . . .
Mucho le pesa la cruz,
los pecados mucho más,
con ellos ha dado en tierra,
que no los puede llevar.
. . . . . . . . . .
Cayó Cristo, y por la frente,
con el golpe desigual,
se le entraron las espinas
lo que faltaban de entrar.
. . . . . . . . . .
Suspira el manso Cordero,
ayuda pidiendo está,
y a palos, golpes y coces
le vuelven a levantar.
. . . . . . . . . .
Quitáronle la corona,
y abriéronse tantas fuentes,
que todo el cuerpo divino
cubre la sangre que vierten.

Al despegarle la ropa
las heridas reverdecen,
pedazos de carne y sangre
salieron entre los pliegues.
. . . . . . . . . .
Ya clavan la diestra mano,
haciendo tal resistencia
el hierro entrando el martillo,
que parece que le pesa.

Los pies divinos traspasan,
y cuando el verdugo yerra
de dar en el clavo el golpe,
en la carne santa acierta.
. . . . . . . . . .
Cayó la viga en el hoyo,
y antes de tocar la tierra,
desgarrándose las manos
dio en el pecho la cabeza.
. . . . . . . . . .
Unos dicen que, si es rey,
de la cruz descienda y baje;
y otros que, salvando a muchos,
a sí no pudo salvarse.
. . . . . . . . . .
Viendo, pues, Jesús que todo
ya comenzaba a acabarse,
Sed tengo, dijo, que tiene
sed de que el hombre se salve.

Corrió un hombre y puso luego
a sus labios celestiales
en una caña una esponja
llena de hiel y vinagre.
. . . . . . . . . .
... [Ahora] el ladrón famoso,
como otros muchos han hecho,
quiere acabar predicando
al que está con él, diciendo:

«Éste padece sin culpa,
y culpados padecemos,
Jesús, hijo de David,
[te acuerdas de mí] en tu reino.

«Conmigo –responde Cristo–
estarás hoy, te prometo»....
. . . . . . . . . .
A su Padre Eterno mira,
abriendo los ojos santos...

con voz poderosa dice,
cielos y tierra temblando:
Mi espíritu, Padre mío,
pongo en tus sagradas manos.

Y bajando la cabeza
sobre el pecho quebrantado,
a la muerte dio licencia
para que flechase el arco.
. . . . . . . . . .
Rompióse el velo del templo,
cayeron los montes altos,
abriéronse los sepulcros,
y hasta las piedras hablaron.

Mas llamando encantamientos
el pueblo tales milagros,
quebrarle quieren los huesos
que sólo quedaban sanos.

Y como le hallaron muerto,
por ir seguro, un soldado
puso la lanza en el ristre
arremetiendo el caballo.

Y abrió por el santo pecho
tanta herida a Cristo santo,
que se le vio el corazón...
que en obras [se apreció] claro....
. . . . . . . . . .
... [Mi] dulcísimo Jesús,
si después de pies y manos
también dais el corazón,
¿quién podrá el suyo negaros?
. . . . . . . . . .
Bien sé, [mi] Pastor divino,
que estáis subido en alto,
para llamar con [silbidos]
[a] tan perdido ganado.

Ya os oigo, Pastor mío,
ya voy a vuestro pasto,
que como vos os dais,
ningún pastor se ha dado.
. . . . . . . . . .
Nadie tendrá disculpa,
diciendo que cerrado
halló jamás el cielo,
si el cielo va buscando.

... [Pues] estáis a todas horas
llamando y aun rogando.2


1 José Manuel Blecua, editor de Lope de Vega: Obras poéticas (Barcelona: Editorial Planeta, 1989), p. 275.
2 Lope de Vega, «Rimas sacras», Obras poéticas, Ed. José Manuel Blecua (Barcelona: Editorial Planeta, 1989), pp. 402-24.