16 mayo 2018

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de nuestro puño y letra
«Jugué porque me gustaba»
por Carlos Rey

Arsenio Erico nació en 1915 en Asunción, Paraguay. A los quince años de edad inició su carrera futbolística en el Club Nacional de Asunción, en Primera División. Cumplidos los diecisiete, ya había demostrado su vocación de goleador, su dominio del área rival, su facilidad para desprenderse de sus adversarios y dar en el blanco con sus tiros certeros a uno u otro rincón del arco ante la impotencia de los arqueros. Entonces estalló la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia y, al igual que tantos otros jóvenes de su edad, se enroló para defender a su patria en el campo de batalla.

Cuarenta años más tarde, en una entrevista en Buenos Aires que le concedió a Raúl Molina para la revista Goles, Erico explicó cómo logró reanudar su carrera futbolística:

«Una feliz gestión de la Cruz Roja Internacional me permitió desmovilizarme para incorporarme a un equipo uruguayo que, patrocinado por esa noble institución, salió de Paraguay para jugar en las provincias argentinas y en el Uruguay. Se trataba de reunir fondos de socorro para los damnificados de la guerra. Nos fue bien. En todas partes el público nos recibió con simpatía. Corría el año 1934. Fue entonces cuando me encontré con mi amigo Raúl Garat, que tenía fuertes vínculos con directivos del club Independiente [de Avellaneda]. Él les habló de mí, y me trajeron a Buenos Aires. Llegué un día jueves, y al domingo siguiente debuté con la casaca roja, nada menos que frente a Boca Juniors. No tuve la suerte de hacer goles, pero parece que impresioné bien.... Al domingo siguiente nos tocó enfrentar a Chacarita Juniors. Ganamos tres a uno, y ya me reencontré con el arco, siendo el autor de dos goles. Después... vino lo que todos saben... La gente me recuerda, y en la prensa, ustedes, los periodistas, suelen hablar de mis goles.»1

Raúl Molina mismo, el entrevistador, era uno de esos periodistas que decía maravillas de Erico, describiéndolo como «el paraguayo de mimbre que parecía hacer gol cuando él quería. Por una docena de años pareció ser el dueño del gol, pero todas sus hazañas quedaron minimizadas con su tripleta inigualada de tres temporadas como [goleador] con cifras sin parangón: 47 goles en 1937, 43 en 1938, y 40 en 1939.»2

«Yo llegué a cobrar doscientos pesos mensuales en Independiente, más un porcentaje que nos daban de la recaudación por partidos ganados —reveló Erico—. Para esos efectos, el empate no tenía valor. A veces, con suerte, jugando con River o Boca, cobrábamos 80 ó 100 pesos extras. Y el contrato mayor que firmé fue por 7.500 pesos repartidos en cuotas trimestrales.... Hoy perciben millones. Es que los tiempos son distintos. Yo de lo mío estoy conforme. Jugué porque me gustaba y me divertía.»3

Más vale que sigamos el ejemplo de Erico, quien a su vez siguió el ejemplo de San Pablo. «He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias —dijo el sufrido apóstol—... a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre».4


1 Raúl H. Molina, «El más grande goleador de la historia» (Entrevista a Arsenio Erico), Revista Goles <https://docs.google.com/document/d/1904tXsXdIGZdrYgmM8NOfn5Na-IhRvL1dl9tuVBz3WI/edit> En línea 14 diciembre 2017; «El hombre de mimbre: Entrevista al gran Arsenio Erico» <http://nostalgiaroja.blogspot.com/2015/11/el-hombre-de-mimbre-entrevista.html> En línea 17 diciembre 2017.
2 Ibíd.
3 Ibíd.
4 Fil 4:12,11