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(2o. domingo de dic: Día Internacional de la Radio y la Televisión en favor de los Niños) Nació y murió en la Ciudad de México. Su inspiración y gran facilidad para escribir versos lo hicieron el autor más popular de la segunda mitad del siglo diecinueve. Hoy se le recuerda como el poeta del hogar y de la patria, y el más fecundo pintor de la cultura hispana de su tiempo. No es de extrañarse que sus Cantos del hogar, colección de poemas sencillos y tiernos, fueran populares en México; lo extraordinario del caso es que se tradujeran algunos hasta a idiomas de países tan lejanos como el ruso, el húngaro y el japonés. He aquí uno de los poemas más conmovedores, al que Don Juan de Dios Peza le puso por título «Fusiles y muñecas»:
Esa «misteriosa condición humana» a la que se refiere el perspicaz poeta mexicano fue la que tomó el niño Dios hace unos dos mil años al ser concebido en el vientre de la virgen María. Simeón tomó al niño Jesús en sus brazos y proclamó que sus ojos habían visto la salvación de Dios. Aquel Hijo de Dios se sometería no sólo a que su madre lo arrullara en sus brazos, sino a que sus verdugos lo clavaran en una cruz y le abrieran el costado con una lanza. Por eso Simeón le profetizó a María que una espada le atravesaría el alma.2 Al Hijo de Dios le habrían de partir el cuerpo, y a su madre, el alma. Y ese sacrificio y ese dolor se justificarían porque habría de ser la única manera en que niños como Juan y Margot, al aceptarlo como el precio de su salvación, podrían crecer y disfrutar no de una sola «noche de paz» y «noche de amor», sino de paz y amor por los siglos de los siglos. |
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