22 ago 15

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«Antes de vivir juntos»
por Carlos Rey

En este mensaje tratamos el caso de una mujer que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue:

«Mi novio y yo somos de distinto carácter. Me propuso que nos fuéramos a vivir juntos y que, si durante un año seguíamos juntos, nos casaríamos. Pero... yo quiero casarme antes de vivir juntos porque sería lo más lógico. Él dice que me ama. Yo lo amo, pero estoy desesperada porque no lo quiero perder.

»Soy abogada. Tengo un buen trabajo y quiero hacer las cosas bien. Que él quiera vivir juntos por un tiempo me hace pensar que cree que lo nuestro no va a funcionar. Soy una persona positiva que quisiera formar mi familia dentro de un matrimonio. ¿Qué me aconsejan?»

Este es el consejo que le dio mi esposa:

«Estimada amiga:

»Tanto mi papá como mi mamá se casaron muchas veces, así que tuve varias oportunidades de observar relaciones conyugales fracasadas. Como resultado, tomé la decisión de que yo quería un matrimonio con amor que durara toda una vida. De modo que, cuando mi esposo y yo nos casamos en 1974, nos prometimos verbalmente que permaneceríamos unidos para toda la vida, aun cuando algún día llegáramos a dejar de sentir amor romántico el uno por el otro.... Ha sido una bendición el que nuestro amor haya crecido y que seamos felices después de todos esos años, pero la clave ha sido el que estuviéramos comprometidos en nuestra relación matrimonial....

»Las parejas que han vivido juntas antes de casarse se divorcian con mayor frecuencia que las que no han cohabitado antes del matrimonio. Si uno ama a una persona lo suficiente como para vivir con ella, pero no está comprometido al grado de casarse, entonces el comenzar a vivir juntos hace que sea menos probable que a la larga disfruten de felicidad conyugal....

»... Dios planeó el matrimonio para la seguridad y la felicidad tanto de los hombres como de las mujeres. Jesucristo mismo dijo que el hombre y su esposa llegan a ser “un solo cuerpo. Así que ya no son dos, sino uno solo.”1 Tienen metas y prioridades en común. En cambio, las parejas que viven juntas sin casarse tienen que velar cada uno por sus propios intereses, asegurándose de que el otro no se aproveche de su vulnerabilidad. Su falta de compromiso mutuo crea un ambiente inestable en el que uno de los dos pudiera cambiar de parecer en el momento menos pensado, con poca o ninguna justificación y sin sentir responsabilidad alguna.

»Es necesario tener un espíritu de entrega para terminar una licenciatura universitaria. También es necesario un espíritu de entrega para perder peso o tener una buena nutrición. Es necesario un espíritu de entrega para pagar cuotas mensuales de una hipoteca o alquiler, o para liquidar deudas pendientes. Y sin lugar a dudas es necesario tener un espíritu de entrega para lograr que dure una relación conyugal. No se conforme con un hombre que no esté dispuesto a casarse con usted. No eche por la borda un año de vida. ¡Usted vale muchísimo más que eso!»

Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 213.


1 Mt 19:5,6; Mr 10:7,8