«El azote»

2 dic 2016

(Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud)

«Al recorrer Valongo... [vi a] un negro que azotaba a otro en la plaza. El otro no se atrevía a huir; gemía solamente estas... palabras:

»—¡No, perdón, mi amo; mi amo, perdón!

»Pero el primero no le hacía caso, y a cada súplica le respondía con un nuevo azote.

»—¡Toma, diablo! —decía él—. ¡Toma más perdón, borracho!

»—¡Mi amo! —gemía el otro.

»—¡Cállate la boca, bestia! —replicaba el azote.

»Paré, miré... ¡Santo cielo! ¿Quién podía ser el del azote? Nada más y nada menos que mi negrito Prudencio, el que mi padre libertara algunos años antes. Me acerqué; él se detuvo enseguida y... le pregunté si aquel negro era esclavo suyo.

»—Sí, lo es, Ñoñó.

»—¿Te hizo algo?

»—Es un vago y un gran borracho. Hoy mismo lo dejé en el puesto mientras yo bajaba a la ciudad, y él dejó el puesto para ir a la taberna a beber.

»—Está bien; perdónalo —le dije.

»—Cómo no, Ñoñó. Usted manda [—respondió].

[—Y le dijo a su esclavo:]

»—¡Entra a la casa, borracho!

»... Seguí camino, hilvanando una infinidad de reflexiones....

»... Era un modo que Prudencio tenía de deshacerse de los golpes recibidos, transmitiéndoselos a otro. Yo, cuando niño,... lo maltrataba sin compasión; él gemía y sufría. Sin embargo, ahora que era libre,... podía trabajar, holgazanear y dormir. Sin las cadenas de su antigua condición, ahora venía a desquitarse: Compró un esclavo, y le iba pagando, con intereses altos, las sumas que de mí había recibido.»1

Así analiza Brás Cubas la conducta despótica de un antiguo esclavo suyo en la obra clásica del escritor brasileño Machado de Assis titulada Memorias póstumas de Brás Cubas. Pero conste que el autor sabía bastante de lo que escribía, ya que era bisnieto de esclavos, nieto de «mulatos libertos», e hijo de obrero. Sin embargo, por fortuna Machado de Assis era ahijado de una señora ilustre, y tanto su padre como su madre sabían leer y escribir, lo cual era algo excepcional en el Brasil del siglo diecinueve. Valiéndose al máximo de la formación que recibió, «Machadito», como se le llamaba afectivamente, llegó a ser el cronista del reinado de Don Pedro II, el fundador y presidente de la Academia Brasileña de Letras y, según Roberto Schwarz en sus notas biográficas al respecto, «posiblemente el mayor escritor brasileño, y seguramente el más reconocido y festejado en vida», habiendo muerto también «con grandes honras y discursos».2

¡Qué contraste el que presenta aquel esclavo liberado por Brás Cubas con el Señor Jesucristo! Prudencio, que es esclavo, recibe la libertad, y con ella resuelve esclavizar al prójimo. En cambio, Cristo, que es Dios y Amo de todo el mundo, se hace siervo porque ha resuelto que así todos nosotros podremos recibir la libertad de la esclavitud al pecado. Gracias a su humillación de sí mismo, ahora sólo tenemos que aceptar su oferta de emancipación espiritual para ser verdaderamente libres.3


1 Machado de Assis, Memorias póstumas de Brás Cubas, 1a. ed.,  trad. Adriana Amante (Buenos Aires: Ediciones de la Flor, 2003), pp. 169-70.
2 Roberto Schwarz, «Notas biográficas» en Machado de Assis, Memorias póstumas de Brás Cubas, 1a. ed.,  trad. Adriana Amante (Buenos Aires: Ediciones de la Flor, 2003), pp. 25-30.
3 Mt 20:28; Mr 10:45; Jn 8:31-36; Ro 6:6-23; Fil 2:5-11
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