«Nadie ha sufrido como yo»

25 nov 2015

(Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer)

«Cuando Magdalena tenía trece años, su madre murió. Ella no tenía adónde ir, de modo que se empleó de sirvienta con una familia rica e importante (los De la Torre, unos verdaderos esnobs). Noche tras noche, el joven de la casa la “usaba”. Ella nunca lo denunció a su patrona porque pensó que era parte de su trabajo. Cuando salió preñada, acudió a la doña, que la acusó de ser una [mala mujer] mentirosa y desagradecida, y la botó a la calle.

»Magdalena dio a luz una niñita, Amantina, y durante años apenas tenían para comer. Magdalena dice que la pila de basura cerca del aeropuerto viejo era su bodega, y su casa un cobertizo abandonado cerca de la pista de aterrizaje....

»En algún momento los De la Torre debieron ver a la niñita rubia, de ojos color avellana. Decidieron que tenía alguna relación con su hijo. Fueron a la casa donde trabajaba Magdalena, y se llevaron a la pobre niña en medio de sus gritos....

»Magdalena trató de recuperar a Amantina. Una noche entró en la casa de los De la Torre y trepó por la misma escalera que usaba el joven. Llegó apenas hasta el vestíbulo de arriba, donde la atrapó la doña de la casa, que salía de su dormitorio en bata. Magdalena exigió que le devolviera a su hija, y sacó un cuchillo para que viera que hablaba en serio....

»[La condenaron a] veinte años por tentativa de asesinato.»1

Así termina la historia de su vida que le cuenta Magdalena a su compañera de celda María Teresa Mirabal en la novela histórica de Julia Álvarez titulada En el tiempo de las mariposas. Magdalena luego dice: «Cuando salga, mi hijita tendrá la misma edad que yo cuando entré”, y se pone «a llorar como si sus lágrimas brotaran de su roto corazón». De ahí que María Teresa concluya esa entrada en su diario del lunes 11 de julio de 1960 con estas tiernas palabras: «Me acerqué y la tomé entre mis brazos, como siempre hace Mamá conmigo.»2

Sobre ese encuentro íntimo María Teresa escribe: «Durante meses he pensado que nadie ha sufrido como yo. Pues estoy equivocada. Magdalena me ha enseñado más acerca de lo privilegiada que soy que todas las lecciones de Minerva acerca de las clases sociales.»3

Sólo cuatro meses después, el 25 de noviembre, María Teresa habría de sufrir el martirio junto con dos de sus hermanas mayores, Patria y Minerva, por su oposición a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. A las hermanas Mirabal se debe que en 1999 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobara la propuesta de la República Dominicana, con el apoyo de ochenta países, de que cada 25 de noviembre se celebre el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer.4

Más allá de reconocer el flagelo de esa violencia, ¿hay algún alivio divino que podamos ofrecerles a las mujeres que son víctimas, tales como la pobre Magdalena que tuvo la desdicha de vivir En el tiempo de las mariposas? Gracias a Dios, sí lo hay. Pues según el profeta Isaías, el Señor, que estima a los pobres y afligidos, promete consolar a sus hijas como madre, tal como la mamá de las Mirabal las consolaba a ellas, tomándolas entre sus brazos y meciéndolas en sus rodillas.5


1 Julia Álvarez, En el tiempo de las mariposas (Madrid, España: Punto de lectura, 2007), pp. 374-76.
2 Ibíd., p. 376.
3 Ibíd., p. 374.
4 «Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer: 25 de noviembre» <http://www.un.org/es/events/endviolenceday/background.shtml> En línea 17 junio 2015; Wikipedia, s.v. «Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer» <https://es.wikipedia.org/wiki/ D%C3%ADa_Internacional_de_la_Eliminaci%C3%B3n_de_la_Violencia_contra_la_Mujer> En línea 17 junio 2015.
5 Is 66:2,12,13
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